La propuesta de entonces establecía que las banderas de Argentina y el Reino Unido fueran “enarboladas juntas”, que el inglés y el castellano fueran declarados idiomas oficiales y que el gobernador de las islas fuera nombrado alternativamente “por la reina y el presidente de Argentina”. El documento del gobierno inglés pretendía “poner fin a la disputa sobre la soberanía” y “crear una atmósfera favorable dentro de la cual los isleños podrían desarrollarse de acuerdo con sus intereses”. Según el ex embajador Carlos Ortiz de Rosas, receptor del documento, Perón había decidido aceptar la propuesta de la soberanía compartida. Isabel Perón también era favorable a la propuesta inglesa, pero temió que generara fuertes rechazos en el país. Las negociaciones siguieron abiertas después del golpe de 1976 y hasta semanas previas a la guerra; en febrero de 1982 se discutió la posibilidad de un “retroarriendo”, que dejaría la administración de las islas a los ingleses durante una serie de años, para luego ceder la soberanía a la Argentina.
Hace un mes, esta posición fue adelantada por la embajadora argentina en Gran Bretaña, Alicia Castro, durante un coloquio organizado por el London School of Economics (Prensa Obrera N° 1.223). Castro anticipó que había recibido instrucciones del gobierno de Cristina Kirchner para avanzar en un acuerdo sin reparos por la disposición de la Constitución que establece que la soberanía integral sobre Malvinas es “un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino”.
La “soberanía compartida” de Malvinas ofrecería protección jurídica a las inversiones internacionales en las islas y a los derechos fiscales de Argentina sobre ellas. Luego de su discurso en la ONU, la presidenta se reunió con los principales monopolios petroleros de Estados Unidos para volver a invitarlos a participar de la exploración petrolera.
La asociación con los grandes monopolios petroleros, como Exxon o Chevrón, tiene una importancia estratégica para conseguir la “soberanía compartida” de las islas, como la tuvo el acercamiento a Barrick Gold para clausurar los diferendos fronterizos con Chile en la Cordillera -que hoy explotan las grandes mineras. Carlos Slim, que acaba de comprar una participación en YPF que estaba en poder de los bancos acreedores de Eskenazi (Ambito, 19/6), ha declarado que sus intereses apuntan a la exploración petrolera en el mar (Cronista, 19/6).
Las palabras de la Presidenta no fueron contradichas por ninguno de los miembros de la oposición que formaron parte de la delegación oficial. Menos que nadie, por Claudio Lozano de la CTA.
Gabriel Solano