Así comenzaba mi hija de casi 9 años una conversación la semana pasada.
Me quedé sorprendida por la frase y la seguridad con la que lo afirmaba, así que me senté y la escuché:
. ¿Por qué dices eso?
- Porque sí, porque me dejo llevar en clase por los demás.
- ¿No dices lo que piensas realmente?
- No. Por ejemplo, el otro día el profe hizo un concurso de mates. Preguntó si alguien sabía cual era el error y yo lo sabía, pero los niños de mi clase decían que era otro.
- Y tú no dijiste lo que pensabas.
- No, dije lo que todos. Y estaba mal.
-Pero, ¿por qué?
- No sé. Porque no quería ser la única.
- Pero ser la única no está mal. Y, además lo sabías. Se trata de un concurso, ¿no?
- Sí. Sé que no estuvo bien. Lo he pensado y no voy a hacerlo más porque yo tengo mi propia personalidad, y no pasa nada.
Al cabo de unos días le volví a preguntar y me dijo que estaba participando en clase al 100% y me alegré, mucho.
Por haber sido ella la que llegó a esa conclusión.
Por haberlo compartido conmigo.
Por haber reflexionado sobre ello y haber tomado la decisión de "no dejarse llevar".
Nuestros hijos pueden ser muy independientes, seguros de sí mismos, pero la presión grupal puede hacer que se vuelvan influenciables. La necesidad de sentirse aceptados dentro de un grupo, no saber decir que no, no ser asertivos...pueden ser los motivos para no actuar según sus propios criterios.
Yo creo que la clave pasa por escuchar, siempre. Reforzar sus comportamientos autónomos, explicarles que el hecho de no actuar conforme a sus pensamientos y creencias tiene consecuencias, que no pasa nada por ser a veces distinto.
Mi hija me ha sorprendido enormemente y para bien. Su madurez en esta situación habla mucho de su autoconcepto positivo y su autoestima. Tenemos que seguir trabajando en ello, reafirmando las bases de su personalidad y aplaudiendo esas acertadas decisiones...