Empecé a leer Mamá de Joyce Carol Oates pensando que sería una buena novela para regalar el Día de la Madre: nunca le regalo un libro a la mía que yo no haya leído antes. Pero desde las primeras líneas ya vi que me había equivocado. Este no es un libro para madres, es un libro para hijas. Un libro que espero que no tardéis mucho en leer, si aun queréis tener una oportunidad de aproximaros a la mujer que os trajo al mundo. Si todavía albergáis esta esperanza de conocerla, escuchar lo que Oates nos cuenta por boca de Nikki, una eterna adolescente treintañera que no descubre que es hija hasta que encuentra a su madre muerta. No esperéis melodramas, ni tan poco un thriller, pero hay sentimientos, hay transformación por el dolor y hay un asesino. Pero sobre todo hay un prosa pausada, que se recrea en el detalle, en la descripción de los ambientes, los olores, lo colores. Esos que nos devuelven a nuestra infancia. Mamá ya no está, pero esa ahora cuando su hija la conocerá por boca de los demás, por los retazos del pasado que afloran a su muerte. Y descubrirá cosas con las que no contaba. Sabrá que la sonrisa de mamá no significaba lo que ella pensaba.
La pobre mamá...