Mamá, haz que hable el oso o sobre los amigos imaginarios

Por Sandra @sandraferrerv
No sé como hemos llegado a acumular tantos muñecos de peluche en casa. Yo les llamo muñacos; mi hijo, sus amigos; mi hija simplemente los espachurra. Son tantos que no cabrían ni en Facebook. Hay pequeños como la manita de mi nila y grandes como mi niño de tres años, sobre todo uno que me pega cada susto; a veces creo que me habla y todo. Será porque me lo pide mi hijo.Y es que, no sé por qué razón psicológica, mi hijo siempre quiere que le ponga voz a los muñacos y así entablar una conversación con ellos. De hecho conmigo, pero los mira a ellos. Supongo que debe estar desarrollando muchísimo su imaginación porque realmente cree que habla con esos pequeños trozos de trapo. Hasta el punto de que les dice cosas que a mí directamente no me cuenta. Un día, de casualidad, me di cuenta de esto. Le hice una pregunta que no respondía ni a tiros. Nos pusimos a jugar con los muñacos y le formulé la misma pregunta sin percatarme de que estaba poniedo la voz de uno que tenía en la mano. Su lengua se desató y me/le explicó todo lo que quise con pelos y señales. Después de recabar información para intentar averiguar si esto es normal (odio esta palabra, pero a veces hay que usarla), he aterrizado en cantidad de información sobre amigos imaginarios. No es exactamente que hable sólo con los peluches porque él me pide que les haga hablar, pero supongo que debe ser una suerte de variación de la evolución imaginativa de mi hijo. Otro de los usos curiosos que hace sobretodo con su osito preferido es crear paralelismos entre sus experiencias y las del muñeco. Mayoritariamente cuando hace algo mal o se equivoca en algo siempre me cuenta que el osito cuando era pequeño también dijo esa palabrota o también pegó a su hermana. Según lo que he leído sobre amigos imaginarios, parece ser que son normales a la edad de mi hijo, a los tres años aproximadamente, y que no hay que darle demasiada importancia. Yo no le doy ninguna, la verdad. Simplemente me hace gracia cuando veo como les habla, con qué soltura y como me doy cuenta que le reconforta estar con sus muñecos no creo que eso tenga nada de malo. Mientras no quiera dormir con el oso gigante que ocupa medio comedor todo, irá bien.