Me imagino que muchos os lo habréis preguntado, ¿por qué se llama así esta tienda? El pato no lleva a sus crías encima como hacen los marsupiales o algunos primates, ni tan siquiera es un animal mamífero, no tiene ninguna relación con el porteo, ni con la lactancia, ni tampoco parece que practique mucho la crianza con apego, no hay relación directa con ninguno de los productos que venden en la tienda ni tampoco con los valores que transmiten, entonces, ¿por qué?
La respuesta es un poco rara pero es esta: por el mismo motivo que “El Zorro” (sí, el de la “Z”), es “El Zorro”.
Hace cuatro años, cuando mi mujer estaba embarazada de nuestro segundo hijo y nos asaltaban las dudas de cómo se tomaría el nacimiento de Nacho la que, hasta ese momento era la reina de la casa, se nos ocurrió una forma muy gráfica de explicarle cómo se uniría un miembro más a la familia a través de la clásica imagen de una mamá pata caminando con sus patitos detrás de ella. Lo adornamos un poco, el núcleo familiar éramos los padres y ella y, simplemente, se unía otro patito más a la cadena para hacer la familia más grande. A ella le gustó la idea y lo visualizó e interiorizó perfectamente.
En esas estábamos cuando un día, al volver de hacer la compra con ella en el coche, a la salida de una curva cerrada nos encontramos con una mamá pata con todos sus patitos cruzando la carretera, me dio tiempo a avisarla y clavar el freno para no atropellarlos pero las ruedas se bloquearon, perdí el control del coche y choqué contra un pequeño murete. Miré por el retrovisor y, afortunadamente los patos habían podido cruzar todos sin problema. El coche se fue al chatarrero pero no nos pasó nada ni a nosotros ni a los patitos.
Aproximadamente un año más tarde, nos habíamos decidido a montar nuestro propio negocio y estábamos dándole vueltas al nombre. Nos íbamos a dedicar a los portabebés y, por lo que veíamos, gran parte de nuestra competencia se había inclinado por los nombres relacionados con marsupiales o con la crianza con apego (en todas sus variantes más o menos edulcoradas) así que, si queríamos ser originales, teníamos que intentar romper con esto pero no era fácil.
En ese momento, estaba leyendo la novela El Zorro de Isabel Allende que explica porqué Don Diego de la Vega había elegido el nombre de “El Zorro” para sus aventuras. Se trata de su animal totémico que se le revela en un rito iniciático que le había organizado su abuela que era chamán. En esas estaba yo cuando un día, conduciendo por la autopista, me encontré de nuevo con una mamá pata cruzando de nuevo la carretera con toda su riestra de patitos siguiéndola en fila india. Nuevamente los pude esquivar y milagrosamente llegaron al arcén sin que ningún coche les pasase por encima.
Esto era demasiado, era, evidentemente, una señal, así que cuando llegué a casa le dije a Marta que no pensase en más nombres, nuestra tienda no podía llamarse de otra forma: Mamá Pata y sus patitos.