Me cambié varias veces de ropa, me cambié los accesorios y hasta los zapatos. No tengo idea de por qué estaba tan exigente porque, quien me conoce, sabe que me importa poco. Pero bueno, ahí estaba.
Finalmente, me quité todo y cogí una camisa, un mahón y me puse las tenis. Mi hijo se apareció y le pregunté si le gustaba la camisa. Su contestación: "Mamá, te ves bonita".
Obvio que me alegró el día. Sobre todo porque me sentía fatal y para nada bonita. Solo espero que sea cierto eso de que "los niños no mienten". ;)
Creo que las mamás nos exigimos demasiado cuando ante los ojos de nuestros hijos siempre seremos las más bellas (al menos hasta que llegue la nuera). :D