Intentaba finalizar un post sobre oxitocina que lleva varios días en la carpeta de los -quasi olvidados- borradores mientras Montse entonaba muy alegre una canción y, de vez en cuando, reclamaba mi presencia con un imperioso «Mamáaaaaaa veeeeeennn». Al entender que no me necesitaba con extrema urgencia seguí escribiendo sin quitar los ojos del reloj porque me quedaban escasos 20 minutos antes de vestirme y salir a toda prisa.
«Mamáaaa veeeeen…» insistía la peque mientas mis dedos se deslizaban rápidamente sobre el teclado. En eso, sentí una pequeña mano que tiraba de mi blusa y la miré. «¿Qué pasa hija?» le pregunté mirando su cara pero sin dejar de escribir en el teclado. La niña, muy seria, se me quedó viendo y me dijo: «Apaba a pompu y jega con Monse». Así de claro me lanzó el mensaje: Apaga la compu y juega con Montse.
Me sentí fatal. Después de reflexionar lo sucedido durante dos segundos guardé el borrador para ir con mi hija hasta su casa de muñecas y jugar con ella los escasos 10 minutos que me quedaban. Me sentí culpable pese a que siempre he intentado centrar en ella TODO mi tiempo libre. Y cuando la veo jugando aprovecho para leer o escribir un poco. Pero la reacción exigente de la niña me hizo reflexionar dos polémicos aspectos:
1. ¿Ellos nos necesitan siempre? Aunque papá y mamá tienen otras prioridades como el trabajo y el tiempo en pareja, nunca debemos olvidar que los hijos protagonizan al cien por ciento la vida en familia.
2. Una madre que escribe un blog de maternidad ¿puede hacerlo a costa de un tiempo que bien podría dedicar a sus hijos?
Así que he decidido escribir solo cuando esté completamente segura de que ella no necesita mi atención. Tal vez no sea prudente ser egoísta conmigo misma y privarme de un poco de tiempo libre, pero en estos momentos de mi vida lo que más me importa es que mi hija sonría y sea feliz.
¿A ti te ha pasado algo similar?