Director: King Vidor
Volvemos a los westerns, quizás no por demasiados días, pero una buena dosis nunca está demás, no señor. Hace frío, los dedos me hielan y escribir se me hace ligeramente difícil (imaginen intentar escribir a mano... arte que no debemos perder, no señor). Pero así entramos en calor. Hablemos, entonces, de "Man Without a Star", de King Vidor, una de sus últimas películas.
Pensé que el título se refería a un hombre sin ley; pensé que la estrella a la que el título alude es a la estrella de hojalata que se ponen los sheriffs en el pecho, sobre todo teniendo aún presente "The Tin Star" (dirigida por Anthony Mann y protagonizada por el maravilloso Henry Fonda), y que el hombre sin esa estrella era quien iba por la vida no necesariamente siendo un maleante ni un depravado, sino que un solitario individuo al que no se le puede atar de pies y manos. Sin embargo, la estrella del título tiene otra explicación, aunque su significado no deje de ser, en esencia, bastante similar. En una escena, mientras Kirk Douglas y su joven amigo arrean ganado hacia el norte, el joven amigo le pregunta, con indisimulada admiración, cómo demonios sabe en qué dirección ir, a lo que Douglas le responde que debe elegir una estrella y seguirla: que no siempre se elige la estrella correcta; que todos los hombres tienen una estrella que seguir. ¿Tú también? No... Kirk Douglas es un hombre sin estrella: su norte apunta a cualquier lado del horizonte, es un hombre libre. Pero... ¿lo es? ¿Se puede serlo?
"Man Without a Star" es un, a grandes rasgos, simpático y ameno western en donde Kirk Douglas interpreta a un intrépido y aventurero vaquero, sin destino aparente, que mientras viaja de intruso en un tren, se hace amigo de un muchacho que ciertamente necesita un buen guía. Ambos sujetos llegan a un pueblo (no sin antes tener un pequeño problema con un malhechor interpretado por Jack Elam, cuyo particular rostro y primitivo semblante ya hemos visto varias agradables veces por acá), y en el pueblo encuentran trabajo: arrear ganado. Y Kirk Douglas disfruta la vida, tiene encendidas y electrizantes fiestas, hasta su joven amigo se deja llevar por la emoción. Pero este western decididamente simpático y ligero, tal como lo demuestran las contadas escenas de tensión que surgen entre risotada y desenfrenado baile, progresivamente oscurece el tono y, sobre todo (y he acá su pilar fundamental), difumina el límite entre lo correcto y lo equivocado, entre lo bueno y lo malo, entre el justo y el criminal. Con una atmósfera de cargada ambigüedad moral en donde no se dictan ni bandos ni posiciones, Kirk Douglas de repente se halla entre medio de la disputa de dos grandes ganaderos que quieren hacer uso de ciertos terrenos ricos y abundantes en pastos, alimento para las vacas. Dichos terrenos son de libre uso. Uno de los contendientes es una mujer millonaria, de métodos abusivos y propios de una economía salvaje, que planea explotar la tierra con sus diez mil piezas de ganado y que no duda en contratar sujetos de dudosa categoría para defender sus intereses, los que, técnicamente, no pueden ser prohibidos: si la tierra es de libre uso, ¿por qué el otro debe apropiársela? El otro, de paso, es un grupo de pequeños ganaderos que no cuentan con más de mil cabezas de ganado que quieren reservar ese pasto para el invierno (para cuando haga falta), aunque si llegan miles de vacas rivales a devorarlo todo, el negocio se les acaba a ellos, y para asegurar el terreno, no encuentran nada mejor que delimitar terrenos con alambre de púas. En este punto vine a recordar, también impulsado por el rol de Kirk Douglas en la maravillosa "Lonely Are the Brave", el significado de dichos alambres: alambres como fronteras, fronteras como semillas de violencia, de sangre en ambos lados del límite, de gente dispuesta a matar para traspasar o defender esos muros semiinvisibles; en definitiva, alambres/fronteras como símbolo de la pérdida de libertad individual e incluso global, existencial: ¿cómo se puede vivir en un mundo cercado por todos lados?
Y así se las ve Kirk Douglas, hombre de pasado elusivo y apenas sugerido (lo cual es suficiente para perfilar su potente y atractiva personalidad), que aborrece los alambres de púas y a los hombres que se sirven de sus filosas garras, pero que odia los métodos de la millonaria (sin mencionar su materialismo, su visión de que todo, hasta el honor y la dignidad, se puede comprar con dinero) y, sobre todo, a los sinvergüenzas que contrató (y con los que tiene historia pasada... algo turbia). Y en teoría, no puede quedarse de brazos cruzados... Así las cosas, como ven, "Man Without a Star" es un western con una historia bien contada, con personajes bien trazados y desarrollados (y liderados con soltura por un Kirk Douglas en su salsa), con potente y certera visión de las cosas, y con una excelente puesta en escena de King Vidor, ágil tanto para los momentos tensos y duros como para esas pequeñas fiestas y salidas cómicas (notable, festivo sentido del humor).
Terminaría acá, pero no puedo irme sin hablar un poco de, y ojo que acá hablaré de aspectos argumentales importantes, mi no tan pequeña decepción para con las acciones y determinaciones de Kirk Douglas en el tramo final. Ahí decide luchar del lado de los ganaderos "pobres", los que quieren poner el alambre, y no sólo lucha con ellos en contra de los otros, ¡si no que también los ayuda a clavar estacas unidas por el alambre de púas! Sé que su odio por los otros degenerados debe ser gigantesco (especialmente después de la humillación que le hacen pasar en cierta escena), pero no sé, me suena a contradicción. Lo lamento. Hubiera preferido algo que narrativamente habría sido más arriesgado y valiente, algo que por un momento pensé que iba a ocurrir: Kirk Douglas, humillado por las circunstancias, por ver cómo sus principios son mancillados y menospreciados por todos, gente que sólo lo ve como esbirro bueno con la pistola, decide alejarse del conflicto; decide responder, obstinadamente y tragándose su orgullo, "no trabajo con hombres que usan alambres de púas" luego de que los ganaderos pobres le ofrecen trabajar para ellos después de la vejación a la que fue sometido, y se va caminando, sangrando y cubierto de polvo. Pero no se va del todo: decide vengarse de los vaqueros malos, pero sólo eso: mata al líder y a un par de secuaces, y luego se va, sin solucionar el conflicto: deja que estos hombres de púas y la matona millonaria se acaben entre sí porque se niega a trabajar del lado de ninguno de los dos. Y se va siendo un hombre oscuro, libre quizás, pero, también quizás, apresado por la ira, incluso por ciertos remordimientos al no haber actuado de manera distinta. ¿Muy oscuro? Bueno, supongo que la película no podía terminar sin la rutilante sonrisa de Kirk Douglas... Y el final como tal, el epílogo, está re bueno, no me digan que no.
En todo caso, no se pierdan esta película: bien vale la pena el visionado y no duden de su calidad narrativa y cinematográfica. Y tiene un saludable toque y sabor a picante. Para todo lo demás existe MasterCard, o sea, perdón, ahí están los comentarios... o los bares, si es que los frecuentara (y si es que hubiera gente de gusto afín)....