La custodia enorme lanza destellos cuando el sol quiere penetrar su secreto. Las calles están arboladas y en el suelo brincan arabescos de luz. Una madeja de armonías se acopla en sectores para ascender en canto. En las calles y en los balcones se prosternan; luego agitan pañuelos y arrojan flores; o baten palmas. Pasó Dios y ese desfile es pagano ya, aunque vaya presidiendo el Primado de España y su Cabildo, los Obispos y Monseñores, los curas de los pueblos distantes, los monaguillos con estandartes, incensarios y cirios erguidos.
Hernán Robleto. Color y Calor de España (1957)