No podía creerlo. La algarabía era tremenda. Todos estaban en plena calle. Banderas, carteles, pancartas, gente lanzando vivas. Salí a verlo. La Gran Vía estaba atestada de manifestantes. Todos gritaban consignas. No había coches. La calle estaba cortada. Bajaban de Callao a Plaza de España, cientos, miles, muchos iban uniéndose por detrás.
Era emocionante. Gente de todo tipo y condición se abrazaban, veían su sueño cumplido. Acababan de dar el resultado del referéndum. Era el día soñado: La República había triunfado. Había llegado de nuevo otro catorce de abril. El resultado lo anunciaba Público en portada, en edición especial:
- República 58 – Monarquía 42
El partido de baloncesto más esperado. Se oían gritos, se veían lágrimas de alegrías, risas, gente abrazándose. Había llegado. Miré al reloj, eran las dos y diez de la madrugada del catorce de abril de 2020. Intenté correr para unirme al grupo y me caí. Estaba en el suelo, al lado de la cama, con la espalda dolorida; pero entusiasmado, estaba seguro de que ese sueño era el primero que se iba a cumplir.
Hoy más que nunca:
Salud y República
P.D. Artículo 26 de la Constitución Española de 1931:
Todas las confesiones religiosas serán consideradas como Asociaciones sometidas a una ley especial.
El Estado, las regiones, las provincias y los municipios, no mantendrán, favorecerán, ni auxiliarán económicamente a las Iglesias, Asociaciones e Instituciones religiosas.
Una ley especial regulará la total extinción, en un plazo máximo de dos años, del presupuesto del Clero.
Quedan disueltas aquellas Órdenes religiosas que estatutariamente impongan, además de los tres votos canónicos, otro especial de obediencia a autoridad distinta de la legítima del Estado. Sus bienes serán nacionalizados y afectados a fines benéficos y docentes.