La verdad es que yo pienso en los más de cuatro millones de personas que mañana no podrán ejercer este derecho en España, ya que están en el paro -o, como diría nuestro flamante y generoso presidente, "están trabajando para el país desde la formación". Hace unos días leía que cifras oficiales del Gobierno indicaban que en el 2011 acabaríamos con casi cinco millones de parados-estudiantes-trabajadores-por-el-país.
Y, de paso, parece que a unos cuántos se les ha olvidado que difícilmente podrá el generoso presidente español cambiar el rumbo de sus meditadas decisiones económicas, pues han sido impuestas por EEUU, la Unión Europea y el FMI (para que luego me lo quieran vender como que en las potencias europeas se están tomando las mismas medidas: toma, claro, oiga, como que la línea política de Inglaterra, Francia y Alemania es la misma: por eso ya están saliendo, tímidamente, de sus particulares crisis económicas).
No, no voy a hacer la huelga mañana. Porque estoy pensando en mis compatriotas parados-estudiantes-trabajadores-por-el-país. Porque ¿dónde estaban los sindicatos cuando esto empezó? Porque lo de los liberados sindicales es de vergüenza nacional. Porque sus sesudas señorías del Parlamento faltan a su trabajo un día y otro también, y aquí no pasa nada. Porque la gente parece que vota por el aspecto del traje del político de turno en la televisión. Porque no se puede obligar a nadie a hacer un huelga, que es un derecho, pero no un deber, oiga.
Y porque yo mañana por la tarde tengo clase -de lo mío, que ya he empezado- y la ausencia de autobuses me impide llegar delante de mi profesor. Es decir, mi derecho a la educación, la formación permanente del profesorado y mi libertad de poder decidir han sido vulneradas. No me tomen el pelo, por favor: esto está amañado y si no es desde la presión y la amenaza, mañana a la huelga no iría ni el Tato ese...