Manchester, o la crónica del día de la marmota

Publicado el 23 octubre 2015 por Carlos Romero @CarlosRomeroSFC

Quizá con el paso de las horas se hace más fácil llegar a relatar una crónica serena. Ver un estadio que está absolutamente lleno, con más de 50.000 espectadores, y que la única afición que se oiga sea la visitante, dice mucho de los seguidores de ese club, especialmente de un equipo inglés al que puede aplicársele perfectamente aquello de que ‘aunque la mona se vista de seda, mona se queda’.

Explicaba el City en su web oficial versión española, en un artículo dirigido a los visitantes sevillistas, las bondades de la ciudad que acoge a ‘dos clubes grandes’, porque ambos son campeones de la Premier, obviando que el club con el que se compara es tricampeón de Champions.

No sabemos si les suena eso de que el club pequeño de la ciudad use este tipo de subterfugios, para que el resultado en la comparativa arroje resultados que terminen igualándolos al final de alguna forma, aunque haya un abismo entre ambos, pues todo el mundo sabe que el United es el grande, no solo de la ciudad, sino del país, y no les llegan ni a la suela de los zapatos.

De la misma forma, el City se define a sí mismo como un club, cuyos aficionados deben asumir que viven históricamente como si de en una montaña rusa se tratase, entre los altos y los bajos de vértigo históricos. Esa definición que nos suena por estos lares, que compara a cierto equipo que se debate entre la cima y la sima, con un sentimiento incomparable, y cuyo lema es el sobrevivir a la derrota permanente a la sombra de su rival, aderezado con algunas victorias salpicadas, que convierten en leyendas equiparables desde su óptica a la consecución de una Intercontinental.

Es sencillamente el Betis de Manchester, valga la diferencia de títulos, en realidad no sabíamos como decirlo, pues lo único importante es que ambos clubes en la ciudad de Sevilla están empatados a Ligas y “Championsligs”, y que esas cosas de los otros títulos europeos como que no va con ellos, ni les interesa.

Pues esta es la situación -o la percepción- que tenemos de un Cityzens, cuyos aficionados se limitan a exclamar un ¡Ohhh!, como máxima expresión de la animación a su club, cuando algún genio sobrevalorado adquirido a base de talonario se acerca al área contraria, o a gritar yeah! cundo marca su equipo. No hay más, quizás el pensar que esgrimir una camiseta a rayas verdes y blancas en la grada, como así ocurrió, nos caiga mal, cuando en realidad es una cuestión motivante para nosotros como casi siempre ocurre.

¿O es que a algún seguidor blanquirrojo, se le ocurriría exhibir una camiseta del United en el match del Ramón Sánchez-Pizjuán? Sencillamente es lo que determina y delimita las diferencias entre lo que define a un club grande de otro pequeño.

Otra cosa que nos suena es el uso de las trampas hacia los rivales, en este caso consistente en poner al grupúsculo que suele balbucear algunos cánticos reiterativos y cansinos, es decir, a los ultras, junto al espacio reservado a los fans seguidores del equipo rival en ese momento, algo que debe ser ilegal a todas luces y de lo que la UEFA debería tomar nota, que casi llegó a las manos si no es por la interposición de la policía británica entre ambos, que tuvo bastante trabajo.

E igualmente una afición, o parte de ella para ser justos, sin la personalidad necesaria al unirse a otros grupos ultras de otros países, para agredir a otra afición que nada tiene que ver con ellos, y cuyo único objetivo es animar a su equipo, porque casi nunca se enfrentaron en el terreno de juego, y nunca hubo altercados que pudiesen llevar a pensar en un enfrentamiento enconado.

Hablamos de un club, el del City, cuya plantilla ha costado en torno a los 600 millones de Euros, pagados por un jeque árabe podrido de millones, que entiende que lo de este club es una inversión jugosa entre otras tantas inversiones, pero lógicamente sin el alma y la esencia de aquellos que le dieron forma a lo largo de las décadas. Porque, entérense bien, el City es de esos clubes que necesitan de mecenazgo, ya que por sí mismos, y desde su propia afición no son capaces de llevar a su club a la gloria.

¿Les sigue sonando?

Y es que algunos pueden ver y vivir partidos europeos solo si es desde el propio rival. Son así de chiquitines.

El Sevilla FC jugó de poder a poder contra el equipo de los 600 millones de Euros, y bien pudo ganar vistas las ocasiones y el coraje derrochado en el campo. La victoria cayó de lado de los chicos del jeque finalmente y en el minuto 90. Esperamos poder tomarnos la revancha en el campo sevillista.

Cecilio Rodríguez