Noche de invierno, corre el viento helado. Por la ventanilla bajada de un coche asoma el cañón de una pistola con silenciador, el primer disparo (apenas un clip) le vuela la cabeza a un tipo, el segundo disparo (apenas otro clip) le parte en dos el corazón al acompañante. Acción ejecutada con precisión quirúrgica y la tranquilidad del que se fuma un cigarrillo o se cepilla los dientes antes de acostarse. Un taxi, un avión y vuelta a la tranquilidad del hogar; una novela de ciencia ficción, un disco de la Callas, el revólver escondido siempre a mano y unos cuantos regalos de despedida para la amante; una nueva vida le espera y ella no figura en el reparto: este ha sido su último viaje de negocios. En algunas profesiones resulta difícil retirarse, siempre quedan las huellas de un pasado y un último trabajo que puede amargarte la jubilación. Llamadastelefónicas con advertencias; un coche que sigue a tu coche por los bulevares, por las autopistas, por viejas calles intrincadas, sin disimulo. Estar alerta para que no te pillen desprevenido con la boca de una semiautomática besándote en la sien: observar, vigilar, mirar atrás, detenerse en los escaparates, entrar y salir en los portales, atajar por callejones, aligerar el paso en las esquinas, picar marchas, contramarchas, cambiar de transporte (metro, autobús, taxi…). Si te persiguen tus dramas interiores, el ajuste de cuentas con un pretérito imperfecto, de nada sirve esconderte en una isla desierta desconocida de todo el mundo o en un lugar lleno de gente donde confundirte con la masa. Lo que no consigue el perdón lo consigue la venganza.
¿Cuál es el futuro de un asesino a sueldo retirado, que no encuentra consuelo en la bebida ni el sexo e incapaz de matar? Cuando duerme, ¿con qué sueña?.