A las 9 de la noche del jueves 5 de diciembre de 2013, en un cine de Londres, dos jóvenes negras abandonaban precipitadamente el estreno mundial de la película “Mandela: Long Walk to Freedom” (Mandela: el largo camino hacia la libertad).Eran las hijas menores de Nelson Mandela a las que se les comunicaba que su padre acababa de morir en una casa, sita en las afueras de Johannesburgo (Sudáfrica), a nueve mil kilómetros de Londres. Zinzi, la mayor, había dicho minutos antes, mientras le fotografiaban en la entrada, que su padre “se encontraba bien, frágil como cualquiera que tenga 95 años”. Nelson Mandela moría en olor de multitudes y el mundo entero se vistió de luto mientras toda el África negra lamentaba la muerte de aquel símbolo de la lucha por la libertad del “pueblo africano”. En su juventud, Mandela arrancó como político y abogado de derechos humanos, pero, tras veintiún años encarcelado en las prisiones sudafricanas, terminó trabajando con el entonces presidente de Sudáfrica, Frederik Willem de Klerk, liderando su partido en las negociaciones para conseguir una democracia multirracial en Sudáfrica, cosa que se conseguía cuatro años más tarde, en las primeras elecciones democráticas por sufragio universal. Por su trabajo en conjunto, tanto Mandela como de Klerk (el último presidente blanco sudafricano) recibieron el Premio Nobel de la Paz de 1993.[ Posteriormente Mandela ganó las elecciones y fue presidente de Sudáfrica desde 1994 hasta 1999. “Durante toda mi vida –declaraba entonces– me he dedicado enteramente a la lucha del pueblo africano. He luchado contra la dominación blanca y he luchado contra la dominación negra. Mi ideal es una sociedad libre y democrática en la que todos vivan en armonía y con las mismas oportunidades. Espero vivir lo suficiente para alcanzarla. Pero, si fuera necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir”.
Los blancos de Sudáfrica tenían miedo de la mayoría negra. Sentían terror de los sirvientes, esclavos, trabajadores de todos los oficios de piel negra y llevaban décadas ocultándolo tras la demostración de fuerza racista del apartheid. Pero, en 1990, llegaba lo que más temían: Nelson Rolihlahla Mandela, un negro de 72 años,juraba su cargo como el primer presidente democráticamente elegido en Sudáfrica. Por primera vez, todos los sudafricanos valían un voto, y, como señalaba el propio Mandela el día del anuncio de la victoria del ANC (perteneciente a la Internacional Socialista), fue el final del apartheid y el advenimiento de la democracia.En el ANC, partido de la liberación, se reconocían negros, mestizos, indios y algunos blancos. Todos juntos elaboraron la Carta de la Libertad donde se proclama que “Sudáfrica pertenece a todos los que viven en ella”. “Fue entonces cuando un Mandela vencedor –escribe Mercedes Arancibia, co directora de ‘Crónica Popular’ en ‘El Mundo’– proclamaba que había luchado contra la dominación blanca y estaba dispuesta a hacerlo igualmente contra la dominación negra. Antes de su salida de la cárcel, en los últimos añosde los 80, mucha gente ignoraba todavía quien era él. Thatcher, la primer ministro británico, le calificó como ‘terrorista’ y, como tal, figuraba en los registros de los enemigos de Occidente”. En 1987, Margaret Thatcher escribía: “El CNA es una organización terrorista… y quien piense que va a gobernar Sudáfrica vive una fantasía”. Pero, el 18 de julio de 2008, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, retiraba su nombre de los listados del terrorismo internacional. El sociólogo y escritor Jorge Moruno nos recuerda que Lenin escribía cómo en vida de los grandes revolucionarios, y que las clases opresoras les someten a constantes persecuciones, acogen sus doctrinas con la rabia más salvaje, con el odio más furioso, con la campaña más desenfrenada de mentiras y calumnias. “Pero –añade–, de la misma manera, una vez muertos, se intenta convertirlos en iconos inofensivos, canonizarlos, por decirlo así, rodear sus nombres de una cierta aureola de gloria para 'consolar' y engañar a las clases oprimidas, castrando el contenido de su doctrina revolucionaria, mellando su filo revolucionario, envileciéndola. Con la muerte de Mandela, cualquiera puede reivindicar su lucha vaciándola previamente de su historia y de su contenido, entendiendo que su figura se puede desvincular de sus actos y de su trayectoria... Así entonces, observamos cómo la vergüenza puede no tener límites y la cara siempre puede ser más dura de lo que imaginamos”.
El primer capítulo de la biografía de John Carlin, “El Factor Humano”, publicado por La Campana en 2009, dice así: “Se despertó, como siempre, a las 4.30 de la madrugada: se levantó, se vistió, doblegó el pijama y se hizo la cama. Toda la vida había sido un revolucionario y ahora se había convertido en el presidente de un gran país, sin que Nelson Mandela abandonara unos rituales consolidados durante veintiséis años de reclusión. Ni siquiera cuando estaba de visita en casa de alguien, ni cuando se alojaba en un hotel de lujo, ni cuando pasaba la noche en el Palacio deBuckingham o en la Casa Blanca. Mandela, inmune de manera antinatural a los trastornos horarios –ya fuera que se encontrara en Washington, Londres o Nova Delhi–, se levantaba siempre a las 4.30 de la madrugada y, a continuación, hacía su cama. En todo el mundo, el personal de limpieza reaccionaba con estupefacción al descubrir que el dignatario extranjero en visita oficial le había hecho la mitad del trabajo. Y ninguno se sorprendió tanto como laencargada de limpieza de su suite del hotel en donde se alojara durante una visita a Shangai.El particular comportamiento de Mandela llamó tanto su atención que, advertido por sus asistentes sobre la angustia de esta mujer, Mandela la invitó a su habitación, se disculpó y le explicó que, para él, hacerse la cama era como limpiarse los dientes. Sencillamente, no podía dejar de hacerlo”. Lluis Foix añade en su Foixblog que un tal DSK, Dominique Strauss Kahn, director general del Fondo Monetario Internacional, tenía otras costumbres cuando se alojaba en un hotel.
El intérprete, identificado como Thamsanqa Jantjiey de 34 años de edad, quien convirtió su traducción en un galimatías de gestos sin sentido durante el homenaje a Nelson Mandela, defiende su actuación, aunque reconoce que pudo haber sufrido un episodio esquizofrénico en el escenario. Cuenta al periódico Star de Johannesburgo que comenzó a escuchar voces en su cabeza y alucinaciones –“oía voces, veía ángeles”, dijo– lo que se tradujo en gestos que no tenían sentido para las personas sordas, algo que provocó indignación en todo el planeta. “No pude hacer nada. Estaba solo en una situación muy peligrosa. Traté de controlarme y no mostrar al mundo lo que estaba pasando. Lo siento mucho. Es la situación en la que me encontré” confiesa al periódico. De hecho, sostiene que no sabe qué desencadenó el ataque en semejante situación, y asegura que había tomado la medicación para su esquizofrenia. Millones de espectadores en todo el mundo vieron por televisión o en Internet a Jantjie interpretar en lengua de signos parte del homenaje multirreligioso a Mandela, al que asistieron líderes de todo el mundo. La principal asociación de sordos de Sudáfrica ha denunciado la participación de Jantjie como una farsa, y afirma que se estuvo inventando los signos. Sin embargo, en una entrevista de radio, Jantjie afirmó que estaba contento con su actuación en homenaje al carismático ex líder sudafricano, que murió hace una semana a los 95 años. “Creo que he sido un defensor de la lengua de signos”, dijo en Talk Radio 702, en donde recordó otras intervenciones suyas en actos oficiales anteriores. Pero no pudo explicar convincentemente su sobreactuación en la que se llevó varias veces la mano al cuello como en un signo de ahogo o de asfixia. “Pero ¿quien era ese tipo que se coló casi cinco horas entre los líderes del mundo y tradujo entre aspavientos las palabras de Obama y de tantos otros políticos? –se pregunta el diario El País– ¿O qué hubiera pasado si, en lugar de jugar con sus manos, saca una pistola y se pone violento? El mismo Gobierno que estaba a cargo del memorial dijo que no tenía idea de quién era.Jantjie dijo que trabajaba para una compañía llamada SA Interpreters que había sido contratado por el ANC para la ceremonia del martes en el estadio Soccer City de Johannesburgo”. “Fue un fraude total –confesó Cara Loening, directora de la escuela de lenguas de signos de Ciudad del Cabo–. Sus movimientos no tenían nada que ver con el lenguaje de signos. Sólo agitaba sus manos”. Más tarde, el canal de televisión eNCA informó queJantjie fue acusado de asesinato en 2003, además de otros delitos en años anteriores. Según la Federación de Sordos de Suráfrica es “un falso intérprete” y está recibiendo tratamiento para la esquizofrenia. Se dice que fue acusado anteriormente de los delitos de violación, en 1994, de robos y asaltos a domicilios, en 1995 y 1997, y de secuestro, en 2003, año en que también fue denunciado por asesinato. Jantjie fue absuelto de la acusación de violación, pero fue declarado culpable de robo, por el que fue condenado a tres años de prisión, aunque no está claro si cumplió la condena.
Mariano Rajoy, el mismo que defiende en España que “la igualdad social es imposible”, defendió, él también desde Johannesburgo, la “lucha por la igualdad” del líder sudafricano. El presidente español parecía en el Sur africano una persona muy distinta a la que, en 1983 y 1984 declaraba en Pontevedra, siendo presidente de la Diputación, que “la igualdad implica siempre despotismo y la desigualdad es el fruto de la libertad”. Lo había escrito él y, en sus reflexiones sobre el artículo “Igualdad humana y modelos de sociedad”, Rajoy había defendido un determinismo que ponía los pelos de punta: “El hombre –escribió– en cierta manera nace predestinado para lo que habrá de ser. La desigualdad natural del hombre viene escrita en el código genético, en donde se halla la raíz de todas las desigualdades humanas: en él se nos han transmitido todas nuestras condiciones, desde las físicas: salud, color de los ojos, pelo, corpulencia…hasta las llamadas psíquicas, como la inteligencia, predisposición para el arte, el estudio o los negocios”. Enric Sopena, en su artículo “Cabos Sueltos” del viernes pasado aseguraba que Rajoy elogió a Mandela en la lucha por la igualdad, pese a que había declarado por escrito: “La igualdad implica siempre despotismo”. Y recordaba que el ahora presidente del Gobierno defendió que “la estirpe determina al hombre” y que “los hijos de ‘buena estirpe’, superaban a los demás”, algo que, según precisaba, “ha sido confirmado por la ciencia”. Sopena aseguró que Mariano Rajoy cargaba contra la ideología socialista y el comunismo por “predicar la igualdad de riquezas” y por pretender “imponer la igualdad”, algo “contrario a la esencia misma del hombre”. El director de elplural.com dijo que Rajoy, al llegar a Sudáfrica para participar en el adiós a Mandela, había manifestado a Radio Racional su emoción… “pero por estar en el mismo estadio donde España se había proclamado campeona del mundo de fútbol, en su día contra Holanda”.
Jorge Moruno, en su artículo “Lloran a Mandela para reírse de nosotros”, aparecido la semana pasada en Público.es, escribía: “No han tardado desde los sectores del Partido Popular en llorar su muerte y alabar su lucha por los Derechos Humanos, así en abstracto, poco importa cuáles eran las posiciones políticas conservadoras por aquel entonces, la de sus referentes teóricos o políticos cuando realmente había que definir una postura clara. Las muestras de dolor por parte de la derecha no se quedan simplemente en meros actos protocolarios, toman tonalidades verdaderamente desagradables y despreciables cuando directamente hacen de Mandela un velado referente a lo que ellos son hoy día. La presidenta de Nuevas Generaciones de Madrid, Ana Isabel Pérez, homenajea a Mandela con una foto suya donde se puede leer, que ‘el futuro de una nación es tan prometedor como la próxima generación de ciudadanos’. La frase no está escogida al azar, nos da a entender que ellos forman parte de esa generación de ciudadanos y que en cierta manera representan el futuro de la nación. Un Tweet más abajo aparece en una foto con Carromero, gratificando su valía. Seguramente Mandela, cuando pronunciaba esa frase, estaba pensando en gente como Carromero, todo un ejemplo de las nuevas generaciones. Son capaces de reconocer la lucha por los DDHH siempre y cuando queden lejos y no tenga que reconocerlos ellos aquí, en tal caso, para cientos de miles en las cunetas solo les ofrecen desprecio. Según cuenta el periodista @jordiborras, Alicia Sánchez Camacho, en un mitin con motivo de la celebración del día de la Constitución, ha homenajeado a Mandela por su lucha por la unidad de Sudáfrica. Al final va a parecer que Mandela en lugar de subvertir el anquilosado pensamiento conservador que equipara en todo momento lo legal a lo legítimo, pensamiento incapaz de concebir la desobediencia, se convierte en un defensor de la legalidad por encima de las necesidades democráticas de la población. Ahora está de moda tomar frases sueltas de personajes ilustres para defender objetivos muchas veces contrarios a lo que defendían, o para que una empresa motive la explotación laboral. Quizás se olvidan de que Mandela levantaba el puño y que Fidel Castro siempre fue un gran amigo suyo. El cinismo supera al ridículo cuando se lo propone; en nosotros está combatirlo con dignidad, porque los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos”.
Entre otros fotomontajes, San Mariano Rajoy, asomado al balcón de su despacho de la Moncloa, según la fotografía de Ricardo Gutiérrez, publicado en El País. Por su parte, La Zarzuela filtra un fragmento del discurso del Rey para Nochebuena. La presión del Gobierno para eliminar a Wyoming de la TVy cómo la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, se cuela en la lista de las pifias del año de la revista Time, son otros dos fotomontajes de la semana que vale la pena repasar.
Desde Mallorca, Pep Roig nos presenta el humor de los últimos días: Aspirante frustrado, Nuevo mapa de Españaluña, Tiro porque me toca, El negocio de gobernar, Desemprendedores y Saqueo nacional democrático.
Terminamos con tres vídeos. En el primero, Mariano Rajoy responde sobre el ambiente que se vivió en el estadio de fútbol donde se despedía a Nelson Mandela. Dice que fue muy emocionante porque, además, es donde España se convirtió en campeona del mundo.
En el segundo, un ciudadano español que lleva ya tiempo esperando una vivienda social para vivir dignamente, se indigna y exalta al conocer la cantidad de dinero público que malgasta el gobierno municipal en publicidad. Salón de Plenos en Ayuntamiento de El Puerto de Santa María (Cádiz).
En el último, la PAH se siente extrañamente creativa en estos días. Que Fiscalía pretenda encarcelar a Lina por llamar CUCARACHA al diputado del PP Antonio Gallego, ha superado todas las expectativas. El PP hace, una vez más, gala de su arrogancia y se viste de víctima. Después de ningunear al millón y medio de personas que firmaron la ILP y de evidenciar su complicidad con las entidades financieras que han provocado la estafa hipotecaria, El PP pretende condenar a una persona que ha parado tres veces el desahucio de su casa.