De esta premisa parte este post que, tras leer una interesante explicación histórica sobre una de las múltiples maneras de deshacerte de alguien que ha superado con creces tus límites de alguna forma y quieres perder de vista, lo que sería finamente mandar a alguien a la mierda.
Me pareció tan sumamente divertido saber el origen de dicha explicación que dije, ¿por qué no me pongo a recopilar estas frases hechas que al ser pronunciadas todo el mundo entiende que estamos mandando educadamente allí y encima las explico?.
No os voy a mentir, incluso escribiendo esta introducción tenía mis dudas de cuanto contenido podía encontrar e incluso he tenido que preguntar a la gente para que me diese ideas o frases con dicho significado y que a su vez al ser buscadas por el basto conocimiento de google, pudiera encontrar su origen.
Es mucho más fácil construir un post cuando tienes muchísima información y la tienes que trocear y resumir que cuando tienes una buena idea pero no sabes hasta que punto puedes estirar el chicle. Espero que os guste y entendáis el esfuerzo extra de la misma:
1. MANDAR AL CARAJO
La traducción exacta de carajo es "estaca", pero a veces al hablar de dicho palo hay gente que cree que nos estamos refiriendo al miembro viril masculino y no a uno de madera. Su origen es muy antiguo e incierto seguramente proveniente de un latín vulgar del que se formaron otros términos de lenguajes cercanos al nuestro como el caralho portugués, carallo gallego, carayu asturleonés o el carall catalán.
Esto da lugar a equívocos y es que el origen de la expresión no tiene como significado mandar a alguien a esa zona masculina o a sus aproximaciones más cercanas, si bien le estamos diciendo de manera vulgar sin ser excesivamente ordinarios a esa persona que nos deje tranquilos, no moleste y se marche.
Para saber exactamente lo que queremos decir debemos situarnos en una embarcación grande, más concretamente a un cestillo o canastilla de reducidas dimensiones que se colgaba en lo más alto del mástil central y desde el cual un vigía del barco podía divisar diferentes peligros en forma de agua, animales marinos o naves enemigas e incluso gritar aquello tan famoso de "tierra a la vista", haciendo que el resto de la nao se preparase para las siguientes acciones del capitán.
Pese a ser un lugar privilegiado dentro del barco al poder ver lo que el resto de sus compañeros no podían, también era una ubicación muy incómoda debido a la altura, sus reducidas dimensiones y la inestabilidad que eso provocaba al estar en un medio que iba por el agua con continuos balanceos y significativos mareos si se permanecía en ese lugar durante bastantes horas.
Vamos, que no era el lugar más deseado para los tripulantes de la nao aunque siempre alguno debería estar ocupándolo. A sabiendas de ello, el capitán solía castigar los malos actos, la mala praxis de sus obligaciones o las insubordinaciones de su tropa mandándoles al carajo un largo periodo de tiempo.
Al ser estos mandados al carajo, el capitán los perdía de vista un buen rato olvidándose de ellos y el cabreo que le habían provocado y, a su vez, cuando estos bajaban de aquel lugar, solían hacerlo con la lección aprendida, siendo más dóciles y atentos con sus obligaciones.
2. MANDAR A TOMAR VIENTOS
Ya que nos ha tocado hablar de barcos, seguimos con otra expresión que tiene que ver con ellos, el "mandar a tomar vientos".
Y es que durante muchos siglos, éste fue el transporte que más lejos podía llevar al ser humano, el marítimo. La forma más rápida de recorrer y conquistar continentes enteros y, hasta que se inventaron los de vapor y posteriormente los de motor, estos se tenían que mover a base de remos y velas.
El buen manejo de estas últimas y de los astrolabios, brújulas, cartografías y demás permitieron poner rumbos fijos a lugares antes vistos, quien usara el viento a su favor a través del uso de las velas, podía ahorrar varios días o meses de trayecto tras un buen manejo de dicho elemento, además de permitirles llegar más lejos.
De esto último proviene dicha expresión, tras una discusión entre dos personas y acabar una hasta las narices de la otra, se solía decir aquello de "vete a tomar vientos", o lo que es lo mismo, márchate lo más lejos que puedas de mi vista.
Como curiosidad los malagueños han dado una vuelta de tuerca a la expresión y dicen "vete a tomar vientos a La Farola", siendo ésta un faro de más de dos siglos de antigüedad.
3. MANDAR AL GARETE
Si en el punto anterior destacábamos las pericias de los marineros, siendo justos era normal que se perdieran navegando las bastas aguas de los océanos, fueran atacados por enemigos o la propia mar y que los vientos se volvieran el principal enemigo en vez del mayor aliado.
Estos acontecimientos dejaban a las embarcaciones a la deriva, sin un rumbo fijo a expensas de un golpe de suerte para no naufragar el resto del viaje y morir sin pisar tierra.
Cuando este tipo de cosas ocurría dejando la embarcación a expensas del viento o de las aguas, sin apenas control humano sobre la misma, se denominaba en su argot "irse al garete", algo muy común durante muchos siglos para aquellos intrépidos aventureros que hacían de la mar su destino.
Algunos confunden ese perder el rumbo del garete con encallar o naufragar, así que en algún caso podéis leerlo como si fuese un sinónimo.
4. MANDAR A FREÍR ESPÁRRAGOS
No hay que ser un hacha en la cocina para saber que la manera más rápida de preparar en la cocina unos espárragos, es cociéndolos. Es algo que se hace relativamente rápido y siempre y cuando no vengan ya preparados en lata, es la forma más fácil de poder ser convertido en algo digerible.
Incluso hay una expresión en la latín que nos avisa de ello, "Citium quam asparagui coquantur" (En lo que tardan en cocerse los espárragos), que los romanos solían utilizar para decir que iban a hacer algo con celeridad.
Esta expresión coloquial que hoy en día utilizamos se hizo famosa en el S.XIX cuando en los diferentes restaurantes de alto standing o cierta reputación, el chef acababa harto de alguno de sus ayudantes al no dar pie con bola. Para mantener entretenidos a los mismos un rato y mejor dicho, para perderles de vista un rato, se les solía mandar a freír los espárragos, una tarea que cuesta bastante más que cocerlos y que les tendría ciertamente entretenidos al no querer que se les quemase por algún lado concreto.
Al chef obviamente le daba igual tirar un puñado de espárragos a la basura si con ello se deshacía del torpe de turno durante un buen rato, es por ello que era normal oírles gritar "vete a freír espárragos" si bien los ayudantes sabían perfectamente que habían hartado a su jefe y querían ser perdidos de vista.
5. MANDAR A FREIR CHURROS
Todos hemos pasado alguna vez por una churrería y vemos lo rápido que los hacen y que te los sirven en ese simpático cono de cartón saturados de azúcar para disfrutarlos en cuanto nuestro paladar soporte el calor al que han sido sometidos en su preparación, pero en sus orígenes no todo era tan sencillo.
Si ya el aceite de fritura de por si ha tenido su propia evolución, la masa churrera también era diferente y los medios para prepararlos no estaban tan cualificados como en la actualidad con las freidoras industriales. Todos estos contratiempos hacían de su preparación un arte comparable a la guerra: excesivos salpicones de aceite hirviendo, problemas en una fritura homogénea de los mismos e incluso el tiempo de preparación debido a un aceite preparado para ello, podía tardar de tres a cinco veces más que en la actualidad.
Era común ver a los que se dedicaban a la profesión de churrero con importantes quemaduras en su cuerpo y muchos querían cambiar de gremio por la dureza de la profesión al tener que tirarse horas preparándolos. Por ello, la expresión "Vete a freir churros" es poco más o menos que mandar a alguien al infierno o a sufrir, más que mandarle a la mierda que es un sinónimo efusivo de piérdete de mi vista.
6. MANDAR A DONDE AMARGAN LOS PEPINOS
En lugar donde más se concentran estas sustancias es la parte más próxima al pedúnculo o tallo, en la piel y en la capa ligeramente verde que se encuentra inmediatamente debajo de la piel.
Pese a poder comprobar con esta definición que los pepinos amargan por distintos lugares, los campesinos lo resumen de forma más concreta e inexacta: el alimento amarga por donde no recibe la luz del sol, es decir la parte que va unida a la planta. A partir de ahí entendemos que el otro extremos, el que recibe la luz solar equivaldría a nuestra cabeza y su parte opuesta, obviamente a nuestro trasero.
Más que mandarte a la mierda de forma fina, te están mandado a tomar por cu.., que en nuestro amplio léxico sigue significando lo mismo.
A parte de la explicación, que menos que daros un truco a los amantes de este alimento entre los que no me encuentro, para que al comerlo no os sepa amargo. Primero debéis cortarlo en rodajas y sazonarlo con sal. El propio cloruro sódico será el encargado de producir una ósmosis natural eliminando las sustancias curcubitacinas y por desgracia algunas de sus vitaminas.
Si queréis ser más eficientes con el método con anterioridad debéis haber pelado el pepino, ya que como he explicado también es una zona donde se acumulan este tipo de sustancias, aunque ocurrirá lo mismo perderemos por el camino vitaminas del alimento.
Otros sistemas caseros, de dudosa eficiencia, nos hablan de cortar ambos extremos del mismo y frotar esos extremos sobre la superficie recién cortada para reducir el amargor. Y el más efectivo es pasarlo por una trituradora completo y juntarlo con otros alimentos como el tomate que con su acidez contrarrestara el amargor, para tomarnos finalmente un gazpacho.
7. MANDAR A TOMAR POR SACO Y QUE TE DEN MORCILLAS
Nuestro país obviamente también sufrió los estragos de la misma, atrincherándose los nobles en sus castillos con provisiones suficientes para sobrevivir durante años y dejando al pueblo llano a merced de la devastación.
Pese a que dicho plan parecía perfecto, la verdad que no se dieron cuenta de una gran fisura, pues dicha enfermedad podía ser transportada a través de los animales y los que más abundaban en ese siglo conviviendo con el ser humano, no eran ni perros ni gatos, sino ratas.
Debido a su tamaño y astucia, podían colarse en cualquier lado pasando desapercibidas durante días o meses, esparciendo la enfermedad sin comprobar el linaje de las personas ni el lugar donde se encontraban, por tanto, pese a cerrar las puertas de los castillos a la plebe, los nobles seguían estando expuestos a dicha enfermedades por culpa de estos animales y decidieron deshacerse de ellos.
Hubo un cuerpo de servicio dedicado a matar estos animales y meterlos en sacos con el fin posterior de deshacerse de los mismos, pero se dieron cuenta que no sólo debían cazar a las ratas, también por ejemplo a los gatos que se alimentaban de ellas y las transportaban muertas quedando también la duda de si ellos también podían pasar o no al ser humano la enfermedad.
Par cazarlos, era habitual ponerles trozos de morcillas envenenadas, así que cuando se alimentaban de las mismas, morían a los pocos minutos y las brigadas los seguían metiendo en dichos sacos.
De dicha situación se hicieron famosas las frases: "¡Qué te den por el saco!" y "¡qué te den morcillas!", que aunque ahora los utilicemos como eufemismos de un "vete a la mierda", en realidad lo son de un "muérete".
8. MANDAR A ALGUIEN A LA PORRA