Maneras de mandar a la mier..

Publicado el 07 diciembre 2022 por Raude44 @RAUDEENLARED
El léxico español siempre ha sido uno de los más ricos en cuestión de idiomas. Podemos explicar la misma cosa de múltiples maneras y nuestro interlocutor entenderlo perfectamente si se ha criado dentro de nuestra cultura y habla fluidamente castellano.

De esta premisa parte este post que, tras leer una interesante explicación histórica sobre una de las múltiples maneras de deshacerte de alguien que ha superado con creces tus límites de alguna forma y quieres perder de vista, lo que sería finamente mandar a alguien a la mierda.

Me pareció tan sumamente divertido saber el origen de dicha explicación que dije, ¿por qué no me pongo a recopilar estas frases hechas que al ser pronunciadas todo el mundo entiende que estamos mandando educadamente allí y encima las explico?.

No os voy a mentir, incluso escribiendo esta introducción tenía mis dudas de cuanto contenido podía encontrar e incluso he tenido que preguntar a la gente para que me diese ideas o frases con dicho significado y que a su vez al ser buscadas por el basto conocimiento de google, pudiera encontrar su origen. 

Es mucho más fácil construir un post cuando tienes muchísima información y la tienes que trocear y resumir que cuando tienes una buena idea pero no sabes hasta que punto puedes estirar el chicle. Espero que os guste y entendáis el esfuerzo extra de la misma:

1. MANDAR AL CARAJO

Si, partiendo de esta historia se ha ido moldeando este post, una expresión como cualquier otra que algunos pueden calificar con tintes de vulgar por la definición que ha ido adquiriendo a través de los tiempos el término carajo.

La traducción exacta de carajo es "estaca", pero a veces al hablar de dicho palo hay gente que cree que nos estamos refiriendo al miembro viril masculino y no a uno de madera. Su origen es muy antiguo e incierto seguramente proveniente de un latín vulgar del que se formaron otros términos de lenguajes cercanos al nuestro como el caralho portugués, carallo gallego, carayu asturleonés o el carall catalán.

Esto da lugar a equívocos y es que el origen de la expresión no tiene como significado mandar a alguien a esa zona masculina o a sus aproximaciones más cercanas, si bien le estamos diciendo de manera vulgar sin ser excesivamente ordinarios a esa persona que nos deje tranquilos, no moleste y se marche.

Para saber exactamente lo que queremos decir debemos situarnos en una embarcación grande, más concretamente  a un cestillo o canastilla de reducidas dimensiones que se colgaba en lo más alto del mástil central y desde el cual un vigía del barco podía divisar diferentes peligros en forma de agua, animales marinos o naves enemigas e incluso gritar aquello tan famoso de "tierra a la vista", haciendo que el resto de la nao se preparase para las siguientes acciones del capitán.

Pese a ser un lugar privilegiado dentro del barco al poder ver lo que el resto de sus compañeros no podían, también era una ubicación muy incómoda debido a la altura, sus reducidas dimensiones y la inestabilidad que eso provocaba al estar en un medio que iba por el agua con continuos balanceos y significativos mareos si se permanecía en ese lugar durante bastantes horas.

Vamos, que no era el lugar más deseado para los tripulantes de la nao aunque siempre alguno debería estar ocupándolo. A sabiendas de ello, el capitán solía castigar los malos actos, la mala praxis de sus obligaciones o las insubordinaciones de su tropa mandándoles al carajo un largo periodo de tiempo. 

Al ser estos mandados al carajo, el capitán los perdía de vista un buen rato olvidándose de ellos y el cabreo que le habían provocado y, a su vez, cuando estos bajaban de aquel lugar, solían hacerlo con la lección aprendida, siendo más dóciles y atentos con sus obligaciones.

2. MANDAR A TOMAR VIENTOS

Ya que nos ha tocado hablar de barcos, seguimos con otra expresión que tiene que ver con ellos, el "mandar a tomar vientos".

Y es que durante muchos siglos, éste fue el transporte que más lejos podía llevar al ser humano, el marítimo. La forma más rápida de recorrer y conquistar continentes enteros y, hasta que se inventaron los de vapor y posteriormente los de motor, estos se tenían que mover a base de remos y velas.

El buen manejo de estas últimas y de los astrolabios, brújulas, cartografías y demás permitieron poner rumbos fijos a lugares antes vistos, quien usara el viento a su favor a través del uso de las velas, podía ahorrar varios días o meses de trayecto tras un buen manejo de dicho elemento, además de permitirles llegar más lejos.

De esto último proviene dicha expresión, tras una discusión entre dos personas y acabar una hasta las narices de la otra, se solía decir aquello de "vete a tomar vientos", o lo que es lo mismo, márchate lo más lejos que puedas de mi vista.

Como curiosidad los malagueños han dado una vuelta de tuerca a la expresión y dicen "vete a tomar vientos a La Farola", siendo ésta un faro de más de dos siglos de antigüedad.

3. MANDAR AL GARETE

Y seguimos surcando las aguas enrolados en alguna carabela de la época. Ya hemos mandado a los tripulantes al carajo y a tomar vientos, pero nos queda otro término muy marítimo: el garete.

Si en el punto anterior destacábamos las pericias de los marineros, siendo justos era normal que se perdieran navegando las bastas aguas de los océanos, fueran atacados por enemigos o la propia mar y que los vientos se volvieran el principal enemigo en vez del mayor aliado.

Estos acontecimientos dejaban a las embarcaciones a la deriva, sin un rumbo fijo a expensas de un golpe de suerte para no naufragar el resto del viaje y morir sin pisar tierra. 

Cuando este tipo de cosas ocurría dejando la embarcación a expensas del viento o de las aguas, sin apenas control humano sobre la misma, se denominaba en su argot "irse al garete", algo muy común durante muchos siglos para aquellos intrépidos aventureros que hacían de la mar su destino.

Algunos confunden ese perder el rumbo del garete con encallar o naufragar, así que en algún caso podéis leerlo como si fuese un sinónimo.

4. MANDAR A FREÍR ESPÁRRAGOS

No hay que ser un hacha en la cocina para saber que la manera más rápida de preparar en la cocina unos espárragos, es cociéndolos. Es algo que se hace relativamente rápido y siempre y cuando no vengan ya preparados en lata, es la forma más fácil de poder ser convertido en algo digerible.

Incluso hay una expresión en la latín que nos avisa de ello, "Citium quam asparagui coquantur" (En lo que tardan en cocerse los espárragos), que los romanos solían utilizar para decir que iban a hacer algo con celeridad.

Esta expresión coloquial que hoy en día utilizamos se hizo famosa en el S.XIX cuando en los diferentes restaurantes de alto standing o cierta reputación, el chef acababa harto de alguno de sus ayudantes al no dar pie con bola. Para mantener entretenidos a los mismos un rato y mejor dicho, para perderles de vista un rato, se les solía mandar a freír los espárragos, una tarea que cuesta bastante más que cocerlos y que les tendría ciertamente entretenidos al no querer que se les quemase por algún lado concreto.

Al chef obviamente le daba igual tirar un puñado de espárragos a la basura si con ello se deshacía del torpe de turno durante un buen rato, es por ello que era normal oírles gritar "vete a freír espárragos" si bien los ayudantes sabían perfectamente que habían hartado a su jefe y querían ser perdidos de vista.

5. MANDAR A FREIR CHURROS

Seguimos con los símiles gastronómicos y, si ya hemos visto que los chefs mandaban a las personas menos cualificadas a freir espárragos para tenerlos entretenidos y que molestasen lo menos posible, dándoles igual el resultado de su preparación, lo de freir churros parece ser que va por otros derroteros.

Todos hemos pasado alguna vez por una churrería y vemos lo rápido que los hacen y que te los sirven en ese simpático cono de cartón saturados de azúcar para disfrutarlos en cuanto nuestro paladar soporte el calor al que han sido sometidos en su preparación, pero en sus orígenes no todo era tan sencillo.

Si ya el aceite de fritura de por si ha tenido su propia evolución, la masa churrera también era diferente y los medios para prepararlos no estaban tan cualificados como en la actualidad con las freidoras industriales. Todos estos contratiempos hacían de su preparación un arte comparable a la guerra: excesivos salpicones de aceite hirviendo, problemas en una fritura homogénea de los mismos e incluso el tiempo de preparación debido a un aceite preparado para ello, podía tardar de tres a cinco veces más que en la actualidad.

Era común ver a los que se dedicaban a la profesión de churrero con importantes quemaduras en su cuerpo y muchos querían cambiar de gremio por la dureza de la profesión al tener que tirarse horas preparándolos. Por ello, la expresión "Vete a freir churros" es poco más o menos que mandar a alguien al infierno o a sufrir, más que mandarle a la mierda que es un sinónimo efusivo de piérdete de mi vista.

6. MANDAR A DONDE AMARGAN LOS PEPINOS

Empecemos por la explicación agrícola, esta planta curcubitácea contiene, como todas las de su especie, sustancias curcubitacinas causantes de un sabor amargo.

En lugar donde más se concentran estas sustancias es la parte más próxima al pedúnculo o tallo, en la piel y en la capa ligeramente verde que se encuentra inmediatamente debajo de la piel.

Pese a poder comprobar con esta definición que los pepinos amargan por distintos lugares, los campesinos lo resumen de forma más concreta e inexacta: el alimento amarga por donde no recibe la luz del sol, es decir la parte que va unida a la planta. A partir de ahí entendemos que el otro extremos, el que recibe la luz solar equivaldría a nuestra cabeza y su parte opuesta, obviamente a nuestro trasero.

Más que mandarte a la mierda de forma fina, te están mandado a tomar por cu.., que en nuestro amplio léxico sigue significando lo mismo.

A parte de la explicación, que menos que daros un truco a los amantes de este alimento entre los que no me encuentro, para que al comerlo no os sepa amargo. Primero debéis cortarlo en rodajas y sazonarlo con sal. El propio cloruro sódico será el encargado de producir una ósmosis natural eliminando las sustancias curcubitacinas y por desgracia algunas de sus vitaminas.

Si queréis ser más eficientes con el método con anterioridad debéis haber pelado el pepino, ya que como he explicado también es una zona donde se acumulan este tipo de sustancias, aunque ocurrirá lo mismo perderemos por el camino vitaminas del alimento.

Otros sistemas caseros, de dudosa eficiencia, nos hablan de cortar ambos extremos del mismo y frotar esos extremos sobre la superficie recién cortada para reducir el amargor. Y el más efectivo es pasarlo por una trituradora completo y juntarlo con otros alimentos como el tomate que con su acidez contrarrestara el amargor, para tomarnos finalmente un gazpacho.

7. MANDAR A TOMAR POR SACO Y QUE TE DEN MORCILLAS

Dos expresiones provenientes de la Edad Media española del S.XIV. Entre los años 1347 y 1353 se alcanzó el punto álgido de la peste bubónica (peste negra) en todos los confines del mundo conocido que abarcaba Eurasia en ese momento y que grosso modo acabó con la vida de entre 80 y 200 millones de personas.

Nuestro país obviamente también sufrió los estragos de la misma, atrincherándose los nobles en sus castillos con provisiones suficientes para sobrevivir durante años y dejando al pueblo llano a merced de la devastación.

Pese a que dicho plan parecía perfecto, la verdad que no se dieron cuenta de una gran fisura, pues dicha enfermedad podía ser transportada a través de los animales y los que más abundaban en ese siglo conviviendo con el ser humano, no eran ni perros ni gatos, sino ratas.

Debido a su tamaño y astucia, podían colarse en cualquier lado pasando desapercibidas durante días o meses, esparciendo la enfermedad sin comprobar el linaje de las personas ni el lugar donde se encontraban, por tanto, pese a cerrar las puertas de los castillos a la plebe, los nobles seguían estando expuestos a dicha enfermedades por culpa de estos animales y decidieron deshacerse de ellos.

Hubo un cuerpo de servicio dedicado a matar estos animales y meterlos en sacos con el fin posterior de deshacerse de los mismos, pero se dieron cuenta que no sólo debían cazar a las ratas, también por ejemplo a los gatos que se alimentaban de ellas y las transportaban muertas quedando también la duda de si ellos también podían pasar o no al ser humano la enfermedad.

Par cazarlos, era habitual ponerles trozos de morcillas envenenadas, así que cuando se alimentaban de las mismas, morían a los pocos minutos y las brigadas los seguían metiendo en dichos sacos.

De dicha situación se hicieron famosas las frases: "¡Qué te den por el saco!" y "¡qué te den morcillas!", que aunque ahora los utilicemos como eufemismos de un "vete a la mierda", en realidad lo son de un "muérete".

8. MANDAR A ALGUIEN A LA PORRA
Nos toca trasladarnos al ámbito militar de los siglos XVI y XVII en España. En estos tiempos el ejército iba a batalla precediendo a la figura de los tamborileros, generalmente todavía niños que no portaban armas de fuego pero tocaban dicho instrumento con el fin de animar a las tropas antes de la batalla y según los redobles marcarles diferentes pautas estratégicas en la misma.Estos jóvenes estaban acompañados del tambor mayor del regimiento que portaba un palo de grandes dimensiones llamado popularmente "porra". El susodicho bastón, cuando las tropas acampaban, estaba clavado lejos del campamento y cualquier soldado que incumplía ordenes o había hecho alguna cosa mal "era mandado a la porra", generalmente por dos motivos: 1) Para que vigilase desde aquella zona un posible ataque del enemigo y el resto de sus compañeros recibieran la alerta y 2) Porque su superior no quería ver a esa persona durante horas tras lo que había hecho.Es por ello que los propios soldados cuando tenían alguna desavenencia interna, se mandarán a la porra por el segundo de los motivos, perderse entre ellos de vista durante un largo periodo de tiempo tras lo sucedido. Luego este frase hecha se hizo común en el pueblo llano, probablemente por el núcleo de soldados que volvían de batalla, y empezó a formar parte de nuestro nutrido léxico.9. MANDAR A HACER PUÑETASEs momento de convertirnos en sastres especializados para explicar a los menos entendidos que significa en castellano el término puñeta, que aunque suene a palabrota o insulto, nada más lejos de la realidad.Las puñetas son los bordados y puntillas colocadas en las bocamangas de las togas que utilizan algunos de los miembros de la judicatura. El nombre proviene del hecho de caer la manga sobre el propio puño y su confección requiere de un largo y entretenido trabajo por lo que mandar a hacer puñetas es sinónimo de deshacerte de una persona durante un buen periodo de tiempo, el que le va a costar hacer dichos adornos en sendas mangas.También algunos historiadores indican que este tipo de accesorios de prendas eran confeccionados en conventos o prisiones femeninas alejadas de las ciudades y a ello se puede deber la expresión, a mandar a alguien muy lejos para crear algo que requiere muchas horas de labor.En si ese es el origen de la expresión, pero hay una teoría más rebuscada que nos lleva hasta nuestro país vecino, Portugal, y que está muy alejada de lo que acabamos de explicar. En luso "punheta" tiene un significado coloquial y vulgar de masturbación, por lo tanto "fazer punheta" equivaldría a nuestro "hacerte una paja" y por ende mandar a alguien a hacer puñetas para mucha gente está mal visto porque piensan que se están refiriendo a esta acepción de la palabra ("vete a cascarla por ahí") y no al adorno de una manga.10. MANDAR A HACER GÁRGARAS Aunque en algunos hogares se siga haciendo en la actualidad, parece que este modo de hacer las cosas ya pasó de moda pese a ser algo muy común durante finales del S.XIX y sobre todo el S.XX.Las personas antes de ir a dormir, e incluso después de haberse cepillado los dientes, requerían a este procedimiento higiénico para eliminar infecciones de garganta poniendo en un vaso alguna sustancia aséptica, comúnmente el bicarbonato, diluido en agua, que la gente ingería, inclinaba la cabeza ligeramente hacia atrás y después de hacer gárgaras durante un minuto o dos, posteriormente escupía en el lavabo y se iba seguidamente a la cama.Este común modus operandi dio lugar a la frase hecha que estamos desarrollando. Después de una discusión, cuando una persona manda a otra a hacer gárgaras, lo que realmente quiere decir es lo que ocurre después de realizar dicha acción, ir a la cama en silencio y descansar. Una forma muy sutil de decir déjame en paz durante unas horas y ya de paso cuando vuelvas descansado no me sigas dando la retahíla con el tema.