El Papamóvil, estrella de la marcha. Foto de Mónica Patxot
La Policía montó un cordón policial en Sol para evitar enfrentamientos.
Las primeras cargas en la Puerta del Sol
Miles de personas –25.000, según los propios manifestantes, 5.000 según la Policía– salieron ayer a la calle desde las plazas de Tirso de Molina y Jacinto Benavente en una manifestación convocada por laicos contra el gasto público en la visita del Papa en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). La cabecera de la protesta, que transcurrió bajo un ambiente festivo, portaba una pancarta con el lema “De mis impuestos al Papa, cero, y, Estado laico ya”. Los lemas y consignas más coreadas fueron: “Menos crucifijos y más trabajo fijo” junto a otros como: “No con mis impuestos”, “Menos curas y más cultura”. En las pancartas, se podían leer proclamas como “Esta no es la juventud del papa”, “Menos viajecitos y mas papeo para los negritos”, “Dios, sí; Iglesia, no” o “Separación Iglesia-Estado”. Además, un gran cartel mostraba una especie de combate de boxeo por el alma de la juventud entre el papa y Stéphane Hessel, autor de “Indignaos”, un alegato contra la indiferencia y a favor de la insurrección pacífica.
Después de un inicio tranquilo, los manifestantes se encontraron en la Puerta del Sol con los peregrinos de la JMJ que abarrotan la capital, lo que dio pie a enfrentamientos verbales y a intercambios de gritos a uno y otro lado. Las fuerzas de seguridad, protegidas en algunos casos con cascos antidisturbios, tuvieron que separar a miembros de ambas partes para poder permitir el avance de la marcha, lo que dio pie a empujones y momentos de tensión. Los “peregrinos” se enfrentaron a los manifestantes de la marcha laicista, quedando la columna de la manifestación partida en dos. Los primeros, se toparon con una sentada de jóvenes católicos que defendían la JMJ y no dejaban de gritar: “Esta plaza es del Papa”, “Viva el Papa” y “Benedicto, Benedicto”… Mientras que los segundos les contestaban: “Iros a misa” y “El Papa es un nazi” al tiempo que exhibían condones frente a los crucifijos religiosos. Los gritos de unos y de otros chocaron frontalmente. La Policía Nacional optó por montar un cordón policial para separar a ambos grupos y evitar enfrentamientos. Y desalojó a jóvenes que defendían la JMJ para permitir que la marcha siguiera su curso. De este modo, con todo el ancho de la Puerta de Sol a su disposición, los manifestantes pudieron circular.
Según Francisco Delgado, presidente de Europa Laica, la marcha perseguía “decirle al mundo que en España no sólo hay población católica sino de otras confesiones” porque, a su juicio, pueden pensar que toda la ciudadanía respalda la visita de Ratzinger. No se trataba de una protesta contra Benedicto XVI, sino de una reivindicación del Estado aconfesional, de una reforma de la Constitución que elimine las referencias a la Iglesia y de la libertad de cualquiera para manifestarse.
Al margen de esta manifestación laica, tres opiniones de políticos del PSOE y del PP parecen ponerse de acuerdo en el valor económico de esta visita papal. José Blanco, vicesecretario general del PSOE, dice que la manifestación laica convocada en Madrid, en contra del coste que supondría la visita del papa, no estaba justificada ya que, en su opinión, los beneficios inducidos por el acontecimiento serían mayores que los gastos ocasionados en las arcas públicas. El ministro de Fomento ha pedido que se respeten las ideas y a quienes ven al papa como un referente, igual que hay que respetar a aquellos que critican sus postulados y se manifiestan. En la misma línea se expresaba el presidente del Congreso, José Bono (PSOE), quien se refiere a Benedicto XVI como “uno de los líderes morales más importantes del planeta” y considera su visita “muy satisfactoria”. La visita del papa a Madrid es, para el presidente del Congreso, “una bendición, en términos laicos”. Bono insiste en que, para cualquier país del mundo, es una alegría recibir a un millón de jóvenes, siendo la JMJ una buena ocasión para proyectar a España en el exterior. No obstante, manifiesta su respeto por la marcha laica convocada para protestar por la participación del Gobierno en la visita del papa.
Por su parte, Ana Botella, concejala del PP en el Ayuntamiento madrileño, se refiere al papa como “líder” en este caso, “espiritual” y arremete contra la marcha laica, asegurando que “son ganas de provocación”. La teniente de alcalde y delegada de Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento de Madrid, afirma que la manifestación laica “son ganas de provocación. Nunca se debe convocar nada anti a algo que ya está organizado”. Y pregunta qué hubiese pasado si la Delegación del Gobierno hubiese autorizado una manifestación “antigay” durante el Orgullo Gay. Botella subraya que este evento “va a dejar mucho dinero”. La delegada señala que la mayoría de los madrileños, con independencia de sus creencias, “están esperando un evento con proyección internacional”. Además, dice que “el Papa no solamente es un líder espiritual, sino que también es un jefe de Estado que arrastra a un gran número de personas”. Y subraya que este evento “va a dejar mucho dinero en la ciudad de Madrid y ha creado empleo temporal”.