En algunos casos, las propiedades no pueden ser visitadas ya que es requerido solicitar permisos especiales para poder recorrer las instalaciones.
Otras casas por el contrario pueden ser visitadas libremente, pero siempre existe el problema de validar que sean seguras tanto a nivel de infraestructura como no estén siendo ya ocupadas por personas que puedan estar utilizándolas para fines delincuenciales o ritos satánicos.
Siempre es oportuno por tanto realizar varias visitas previas a diferentes horas para monitorear que no exista actividad en los alrededores y que en efecto la permanencia en el sitio sea segura.
Antiguo Caserón en Carretera CA18.
San José Pinula.
Detalle de un antiguo caserón en carretera CA18.
San José Pinula.
Una de las que más se repiten relacionadas a construcciones antiguas son las leyendas que se asocian a los duendes, de las que el mayor exponente representativo es el Tzitzimite, también conocido como El Sombrerón. Es un pequeño duendecito, casi como un niño, vestido de negro y con un sombrero tan grande que no le deja ver el rostro.
Este impredecible personaje suele hacerse acompañar de una pequeña mula que carga con sacos de carbón y una pequeña guitarra de cajeta.
Le gusta "cantinear" (enamorar) a las mujeres de ojos negros y de pelo largo trenzado, y cuando les lleva serenata, aquella a la que le canta suele caer en un embrujo tan intenso que si deja de oír sus canciones cada día, se dejan morir de hambre la profunda tristeza y la melancolía.
Las ancianas que se juntaban en corro a platicar en las panaderías solían decir que cuando una mujer caía bajo el encanto del Sombrerón preciso era cortarle la trenza y de ser mucha su influencia recluirla en un convento, donde el duende no podía acercarse a cantarle.
A través de los años las buenas personas que habitan los alrededores de estos caserones dan testimonio afirmando que nunca intentan acercarse si ven amarradas al pórtico o a los árboles cercanos una mula con una carga de sacos de carbón y una pequeña guitarrita, porque el duende, el mismísimo Tzitzimite, anda por los alrededores.
También son frecuentes las apariciones de ánimas errantes asociadas a los "entierros" de dinero.Con relación a esto las leyendas cuentan que por lo general en los patios, cocinas o cobertizos de los caserones abandonados, a veces el curioso que se aventura en sus entrañas de noche distingue una pequeña luz, bien de color ámbar o bien de color azulado.Si se aproxima al sitio de donde se origina la luz (que puede ser una pared o sobre el mismo terreno) y se traza con una varita de sauce el signo de la cruz, aparecerá un hombre embozado en una capa negra o una anciana enlutada y dictará las condiciones para la acreditación del entierro de dinero.Las apariciones solicitan que antes de poder desenterrar los sacos con el tesoro, se ofrezca una cierta cantidad de misas por su alma, visitar algún pariente o realizar una encomienda que dejó de hacer en vida, y luego en una fecha específica si se ha cumplido el trato se puede extraer el botín.
Si por el contrario la paciencia de quien debe cumplir las condiciones es mínima y trata de desenterrar el dinero antes de lo pactado o si trata de engañar a la entidad y no cumple las condiciones al pie de la letra, lo que probablemente encuentre al desenterrar los sacos será carbón con forma de monedas o cofres llenos de ceniza. Si se encuentran junto al tesoro restos de la osamenta del difunto, se debe realizar una misa y organizar su cristiana sepultura para que pueda finalmente descansar en paz.
Pasos, golpes en puertas y ventanas, ruidos, quejidos, gritos e incluso manifestaciones de sombras recorriendo las estancias son algunas de las situaciones que también puede enfrentar el visitante de este tipo de emplazamientos, algunas más cargadas que otras por sucesos luctuosos o violentos, por historias que pueden ser contrastadas en hemeroteca, pero todas con un aura de misterio que las hace atractivas para la investigación.