Manifesto

Por Noeargar
Valencia. 10 de mayo 2011


Hemos recorrido continentes en tren, cruzado países en bicicleta, corrido por desiertos y atravesado grandes cordilleras a pie. Hemos soñado con subir las montañas más altas y explorar ciudades perdidas. Nos gusta viajar.
Decía el filósofo ingles Francis Bacon que los viajes son en la juventud una parte de la educación y, en la vejez, una parte de la experiencia. Una frase grandilocuente que encierra algunas verdades y muchas mentiras. Para realizar grandes viajes nunca ha sido necesario recorrer miles de kilómetros ni visitar países lejanos, a veces basta con girar una esquina - La mayoría de pensadores de la antigua Grecia apenas salieron de Atenas-. Es mentira que viajar abra la mente. No es verdad que viajar nos haga más sabios. Viajar tan solo nos enseña aquello que estemos dispuestos a aprender y nos muestra todo aquello que los prejuicios no han podido ocultar.
Si de nuestros viajes podemos decir que algo hemos aprendido es que lo importante no es lo que ves, si no como lo miras; no es donde viajas, si no como lo haces. La cima es la excusa, lo realmente importante, lo que tiene valor, es como recorres el camino hasta ella. A menudo el querer conseguir algo, la ansiedad de la meta, hace que no disfrutes el camino, como aquellas personas que en busca de reconocimiento son incapaces de disfrutar de sus vidas, porque “la vida misma, es el viaje que menos apreciamos”.
Durante un tiempo nuestra vida, nuestra rutina, será viajar. Nuestro trabajo será escoger que clase de día tendremos hoy. Resolviendo problemas y aprendiendo de los errores para de nuevo recordar que muchas de las cosas a las que damos valor en realidad no lo tienen. Una lección que, aunque obvia, no suele permanecer mucho tiempo.
Viajaremos para conocer, pero sobretodo para conocernos. Evitaremos los museos. Frecuentaremos las plazas y los bares. Avanzaremos sin una ruta definida. Sin fechas establecidas. Sin destino. Intentaremos conocer y comprender mejor otras culturas, y sólo si hay suerte lo conseguiremos en parte. No nos interesa el número de países que visitemos, ni los días que nos cueste completar el viaje. No nos interese el “que”, sino el “como”. Improvisaremos, lo tenemos todo perfectamente planificado.
“La felicidad no es un destino, es una manera de viajar”
Anónimo