Había pasado casi toda su vida rodeado de anécdotas relacionadas con explosiones que hicieron que hoy le tuviera miedo a los incendios. De niño su mano recibió una terrible herida con un petardo en navidad. En su adolescencia su cocina se incendió y una de sus mascotas padeció en el fuego. Varios episodios vividos idénticos a estos él podía contar. Sentía terror por este tipo de accidentes. Un día cualquiera navegando por internet, descubrió una anomalía insignificante en google maps: mirando las calles de su ciudad desde arriba, descubrió en esos pequeños laberintos una zona de calles y manzanas que mirándolas detenidamente formaban una especie de figura en forma triangular. Nunca había reparado en esa extraña forma pero allí estaba. Lo que creyó insignificante término siendo terrible. A los pocos días tuvo la sensación de estar siendo manipulado mentalmente. De estar actuando y pensando como si fuese otra persona. A medida que los días pasaban más creía tener menos control de su cuerpo. Y cuando apenas tuvo sentido de su propia razón, su casa se encontraba repleta de cajas llenas de bombas y explosivos, listas para que él se las ate a su cuerpo, se ponga su traje y vaya directamente a unos de los grandes centros comerciales repleto de gente y hacerlas explotar al mejor estilo kamikaze terrorista.