Fundaste el óvulo De mi eterna feminidad Y luego te fuiste Dejándome el vacío de los abrazos Y ese reflejo de tu rostro en el mío que aún no he aceptado Tienen algo de ti Todos los hombres a los que he amado Porque después del delirio Solo queda el poema Fuimos un solo cuerpo Mi madre y yo En aquel tiempo, En el que tú perseguías el aroma sexual De una adolescente con pocas aspiraciones Pero hoy, de pie en el umbral de tu ancianidad he venido a recordarte Que soy tu única hija mujer, A la que nunca reemplazarás En los brazos de ninguna otra. Annabel Manjarrés FreyleImagenJean Delville