"-Señoría, como ya le adelantó el director general por teléfono, todo nace de la denuncia de la secretaria. -El inspector se detuvo unos instantes mientras echaba mano a unos documentos que llevaba en una cartera de piel y que acabó entregando al fiscal-. Es una historia muy larga y lo que seguro que a usted de interesa, señoría, está en la última parte de este informe que hemos...
- Me interesa todo, inspector -interrumpió Ridruejo con ademán refinado-. Todo. Esta fiscalía tiene que saberlo todo y para ello disponemos del tiempo que sea necesario. Así que explíquese."
"Una novela sobre la corrupción que se parece demasiado a la realidad" reza en la cubierta de este libro. Y eso me llamó la atención junto al espectacular diseño. Y por eso es, que hoy traigo a mi estantería virtual, Manos sucias.
Conocemos a Patricia, redactora del diario Informaciones y a Andreu, inspector de los Mossos d'Esquadra. Junto a ellos y a partir de un caso mínimo, veremos como se destapa una red de corrupción cuyos tentáculos amenazan con llegar hasta las más altas esferas.
Vista esta brevísima sinopsis está claro que a todos nos suena la historia. Y es que, si la novela se ha utilizado muchas veces para hacer denuncia de situaciones sociales (particularmente la novela negra), Carlos Quílez utiliza este título prácticamente como un arma arrojadiza que muchas veces ni siquiera trata de enmascarar.
Doscientas cincuenta páginas en las que abrimos la historia con un alcalde cuyas mariscadas salen de los fondos públicos. Tirando de este hilo, descubriremos que no son sólo mariscadas lo que el alcalde saca para su propio beneficio y la palabra "mafia" no tarda en asomar. Empresas, bienes escondidos, cuentas en otros países, nada escapa a la avaricia de algunos. Y tampoco a los ojos del autor de la novela que no duda en hablar de temas candentes poniendo nombres a algunos de sus personajes que nos sacan una sonrisa (cómo no sonreír si el tesorero del partido gobernante se llama Cérdenas) o exponiendo las bandas que asaltan en casas por la costa mientras sus inquilinos están dentro. Como podéis ver, no falta de nada en esta novela que, no debemos olvidar, es ficción.
Lo cierto es que tras habituarnos a los nombres y colocarnos en situación, es una historia fácil de seguir. Con una primera parte más explicativa, el autor no duda en empujarnos hacia una segunda repleta de datos y movimientos en los que pronto estamos intentando ver el final. Posiblemente, además, estamos buscando un final que nos deje más conformes que la realidad, agarrándonos ahora sí, al término ficción para que, por lo menos en la novela, se ponga a cada uno en su justo lugar. Por supuesto, no os diré si eso sucede así, pero si que el final pone un muy buen broche a la historia y que el libro se cierra con una preciosa y personalísima dedicatoria.
Manos sucias es una novela en la que destaca la labor documental, lo que provoca que olvidemos que estamos ante una novela y miremos la realidad pensando que, apenas cambiando unas pocas letras, bien podíamos estar ante un periódico cualquiera. Es una apuesta valiente, ya que incluso sin ser lectores de la prensa política, no tenemos dudas respecto a lo que Guílez nos cuenta de forma frontal y sin tapujos. Y, por supuesto, es una novela: es decir, tiene una trama entretenida y unos personajes definidos que, como el el caso de las curiosas conversaciones entre Patricia y su becaria, nos sacarán la sonrisa.
Es mi segunda novela de CarlosQuílez, y llegados a este punto os diré que es la tercera que comparte personajes sin que eso signifique que haya que leer las anteriores en absoluto, y pienso repetir. Me ha gustado.
Y vosotros, ¿qué libro tenéis entre manos esta semana corta?
Gracias