Argumento
Sólo Edmund llega a ganarse su afecto por su talante bondadoso con ella. Él es también el más virtuoso de los hermanos, pues María y Julia son vanidosas y consentidas mientras que Tom es un jugador irresponsable que no para de acumular deudas. Con el tiempo, la gratitud de Fanny hacia Edmund se convierte en amor secreto.
Tras la muerte del señor Norris, el párroco de Mansfield Park, la viuda se traslada a una casa no muy lejos de la mansión. El puesto de sacerdote, que debería haber sido para Edmund, acaba siendo vendido y ocupado por los Grant para poder pagar las deudas de Tom.
Poco después, Sir Thomas debe marcharse durante un año para ocuparse de los problemas en su plantación en Antigua. Llegan de Londres, durante su ausencia, el joven Henry Crawford y su hermana, Mary, para quedarse en casa de los Grant, lo que será el inicio de diversos romances que marcarán el futuro de todos los jóvenes.
Reseña
Leer a esta autora siempre es una delicia y, aunque sus temas no cambien demasiado de una novela a otra, siempre hay diferencias. En este caso, no me ha enamorado como en las dos ya mencionadas, lo que no quiere decir que sea una mala historia.
El mayor problema que le veo es que tiene un tono mucho más moralista. Fanny es una protagonista muy correcta con las normas de su tiempo y lo que entonces se esperaba de una mujer. Para los cánones de su época, es la mujer ideal, perfecta: obediente, dedicada, seria, cordial, bondadosa, inteligente, modesta, humilde... En contraposición a sus primas, mejor educadas pero vanidosas, egoístas y de moral más "libre", Fanny queda siempre por encima de ellas ética y moralmente. La única vez que no es "políticamente correcta" es en una de sus reflexiones internas, cerca del final, en el que piensa sobre una carta que le ha llegado, pero enseguida se reprende a sí misma por pensar así. Curiosamente, es la única parte de la novela en que deja de ser una chica perfecta y gana algo de carisma, mostrándose enfadada e indignada. Salvo por ese breve arrebato, la protagonista es demasiado correcta. No, Fanny no es un personaje que resulte simpático a ojos actuales por lo pedante y perfecta que parece al presentarse como el único personaje que siempre actúa correctamente y siguiendo estrictas normas morales. Aún así, a pesar de todo esto, es una protagonista que puedo aplaudir por ser capaz de mantener sus convicciones cuando todo el mundo está en contra. Sólo por eso, soy capaz de dejar pasar lo dicho hasta el momento.
En cuanto al romance, se puede entender que le tenga mucho cariño a Edmund, el único que se portó bien con ella de niña y que, con su guía, la convirtió en una especie de versión femenina de él mismo, así que ya imaginaréis que no me ha enamorado como aquel Darcy (suspiros en la sala). Es igual de recto y moral que ella y tiene por objetivo ser un sacerdote por lo que parece estar predicando cada vez que habla. Más interesante se me hizo el otro pretendiente, un canalla que es redimido por la pureza de la protagonista, alguien que era una cosa y llegó a ser otra.
SPOILERS No puedo negar que esperaba otro final, uno que permitiese pasar de un encaprichamiento y un amor juvenil a uno más adulto. Pero con el tono moralista que impregna la novela, el desenlace es aquel en que se castiga a los que han "pecado" y se premia a los puros, pero casi por no dejar un final abierto. Ata los cabos de manera precipitada y dejándolo todo "como debe ser" pero careciendo de todos los sentimientos despertados a lo largo de la extensa historia. FIN DE SPOILERS.
De secundarios, aunque hay muchos, tengo que destacar a la señora Norris. Es el personaje más antipático, avaro, insensible y desagradable que ha creado la autora (al menos, en sus tres primeras novelas, no sé si alguno/a la superará en las siguientes). Es una mujer tan retorcida y malévola que resulta una parodia en sí misma de este tipo de personaje.El resto de personajes también tienen su personalidad propia y perfectamente definida y que les sirven a la autora para criticar, satirizando o elevando algunos comportamientos.
De lo bueno que tiene, sigue desprendiéndose la preferencia de la autora al matrimonio por amor, que ignore los asuntos económicos, en contra de los principios de su época. Asimismo, también le da valor a la elección de la mujer, a que sea capaz de decidir por sí misma su futuro.
Por lo demás, la pluma de Jane Austen, a pesar de tener dos siglos a sus espaldas, sigue siendo perfectamente disfrutable. El ritmo es más lento que en historias actuales pero, al menos a mí, no me ha aburrido en ningún momento, incluso con la extensión que tiene. Más aún, no le habría venido mal uno o dos capítulos adicionales para desarrollar mejor el final.
Poco queda por añadir. Aunque he disfrutado mucho de su lectura, los protagonistas no me han enamorado como en otras historias de la autora. No puedo dejar de recomendar que leáis algo de ella, pero no empecéis con esta novela, no por floja, sino porque el tono es demasiado moralista y clasista y eso, desde una perspectiva actual, difícilmente gustará.