Curiosamente, se ha comprobado que sus larvas se desarrollan bien comiendo saltamontes paralizados, así que, ¿por qué su madre les caza mantis? ¿No había otra presa más peligrosa para elegir? Seguramente la explicación sea que la madre realmente no elige su presa, que no puede elegirla, porque está programada por sus instintos para cazar mantis y solamente mantis. Esta preferencia temeraria debió de gestarse en un pasado para ella remoto, cuando una o varias mutaciones cambiaron el instinto que permite a estas avispas reconocer a los saltamontes, las presas predominantes entre las Tachysphex. Así, por casualidades de la genética, un linaje de avispas comenzó a percibir a las mantis como presas. Y esta extravagancia ha perdurado como uno de tantos caprichos de la naturaleza, una de esas historias improbables de la evolución que nos ha dado también a la cazadora de la tarántula, a la mantispa y a tantos otros seres asombrosos del matorral mediterráneo.
Imagen tomada de los Souvenirs Entomologiques de J.H. Fabre (1923, Delgrave, Paris), de cuyo relato sobre la que él llamaba Tachytes manticida procede la información de este post acerca de la biología de esta especie, actualmente clasificada como Tachysphex julliani (ver la base de datos de Fauna Europaea en la web, y la monografía sobre avispas solitarias de Francia escrita por Berland, 1925). Esta especie se diferencia de otras muy similares por detalles sólo visibles con una buena lupa. No parece ser abundante, tal vez por la relativa escasez de sus presas.