No sé si el pacifismo está reñido, o no, con el respeto, pero desde luego, la actitud de la edil madrileña, recogida en la instantánea que ilustra la entrada de hoy, es improcedente en el seno de una celebración religiosa, al margen de que ésta tenga lugar en el interior de un recinto universitario. Supongo que si está en desacuerdo con la presencia católica en las instituciones por definirse el nuestro como un país laico, existen métodos alternativos de mostrar la disconformidad, entre otros la democrática opción de elegir dirigentes proclives a eliminar este tipo de hechos. Mas si, al contrario, los responsables de que exista una capilla en el interior de la Complutense, han obtenido una democrática mayoría de votos, lógico es acatar esa decisión mayoritaria con el talante que debería caracterizar el normal funcionamiento de la democracia. Creerse en posesión de la verdad con mayúsculas no deja de ser una forma poco disimulada de dictadura ideológica.