Manu Chao es un artista inagotable. Otros menos entregados, al ser poseídos por el espíritu de Belcebú y pasarse toda la noche reptando por el techo, habrían decidido avisar al estudio de que estaban indispuestos y quedarse en la cama, o levitando a un metro de ella. No así el ex componente de Mano negra, que aprovechó su acusado caso de xenoglosia (divagar en lenguas extrañas, un síntoma frecuente de la posesión) para grabar un nuevo álbum.
Estación Infierno, título del nuevo disco, disponible en Spotify en febrero, tiene un tono algo más oscuro que anteriores trabajos de Manu Chao, menos inclinado hacia el son latino que al black metal y sustituyendo los bongos y el efecto aquel de la tirolina por estruendosas guitarras a lo Marilyn Manson. El registro vocal de Manu sorprende una vez más por su amplitud, pasando de su habitual voz nasal a telúricos rugidos que desatarán los esfínteres de vuestros animales de compañía.
Rockdelux ya ha publicado una crítica asegurando que Manu Chao está acabado y que su satanismo era mucho más auténtico cuando le conocieron.
Fuente: eljueves