Manual de auto-perjuicio

Por Clochard

Verás, querido imbécil,

he mirado mil veces en mi interior
allí solo hay órganos y vísceras
escucha, maldito farsante,
he querido tanto como nunca he podido
también he perdido infinidad de batallas
y jamás aprendí nada de la derrota
he intentado dibujar mi propio destino
con tinta de sangre que la lluvia quiso borrar
hubo una época en la que incluso
— vas a reírte—
traté de entablar un diálogo con Dios
y su respuesta fue un escupitajo en la cara
mira, filósofo de centro comercial,
de sábado por la tarde con chándal,
nadie elige su propio camino
para algunos diseñaron baldosas de oro
para otros dejaron los charcos y excrementos
atiende, venal milagrero, bocazas de muro,
no existe tregua para los malditos
la vida no se transforma a voluntad
la gloria se compra a tanto el Kilo,
como tu cháchara tóxica y hermosa
que no reconforta a quien no duerme
porque tiene el corazón en la boca
el miedo como almohada sudorosa
y el sufrimiento como el rasgo inherente
del que nace rubio, alto o como tú;
charlatán de feria del libro.