Manuel DeLanda sobre la democracia, la economía y el militarismo

Publicado el 10 julio 2010 por Jaque Al Neoliberalismo

En el artículo sobre Slavoj Zizek Cuando la comedia es peor que la tragedia original, en el que hice una referencia a Marx y a Herbert Marcuse, Andrés Pérez Navarro, me ha dejado este enlace a una charla del filósofo Mexicano Manuel de Landa, figura principal del nuevo materialismo y continuador de la ontología de Gilles Deleuze.
En esta conferencia, "Democracia, Economía, y militarismo", De Landa sugiere que la fuente real del capitalismo moderno no está en la industrialización del siglo 19 de Inglaterra, sino en el desarrollo del ejército neerlandés del siglo 16. Para De Landa, es la disciplina militar y no la disciplina industrial, la raíz del capitalismo moderno. Esta charla fue realizada en mayo de 2007 (dos meses antes del primer shock de la crisis financiera) lo que demuestra que las raíces de esta crisis sistémica son bastante profundas.
De Landa es una voz crítica a los conceptos petrificados de las ciencias sociales y rechaza una de las ideas claves del pensamiento económico: la creencia de que la conducta social puede ordenarse espontáneamente por el rigor de las expectativas racionales. Para este pensador el capitalismo deviene del autoritarismo, y se apoya en la propia historia para demostrar que la revolución industrial traslada erroneamente el eje del problema del capitalismo.
En este punto la tesis de De Landa se acerca a la de David Harvey cuando sugiere (a propósito de la lectura de Das Kapital de Karl Marx) que las indulgencias vendidas por el papado hicieron del Vaticano la primera institución del mundo capitalista. El capitalismo, entonces, no es más que la obra de una construcción histórica, que trae a la Tierra "un reino que alguna vez estuvo en las nubes". Es decir, los rudimentos del capitalismo provienen del cielo y el poderío y destrucción de las maniobras militares (avaladas usualmente por la Iglesia) lo han traído a la Tierra.Una mirada no convencional al neoliberalismo y la globalización