Manuel Padorno.Obras Completas.Tomo II (1991-2007).Palabras preliminares de Miguel Casado.Edición de Alejandro González Segura.Pre-Textos. Valencia, 2017.
Este es el sitio de la luz, historia a la sombra del mar desde aquel día en que el incendio azul de la memoriatodo arrasó; su transparencia ardía
a la orilla del mar, la giratoria fronda de luz, el árbol que crecía encima de las aguas, dulce gloria hasta los cielos altos extasía.
Este es el sitio de la luz, el mío construcción personal, oculto a todo;el árbol de la luz donde se fragua
explosión celestial, aquel desvío de la rutina inmensa, nuevo modo de ver la claridad subir del agua,
escribía Manuel Padorno en Historia personal de la luz, uno de los poemas de la primera parte de Efigie canaria.
Epifanía de la luz se titula esa primera parte, una expresión que podría resumir el mundo poético potente y luminoso de Manuel Padorno, el poeta canario del que acaba de aparecer el segundo tomo de sus Obras Completas, que publica Pre-Textos en una cuidada edición de Alejandro González Segura con palabras preliminares de Miguel Casado.
Este segundo volumen, entre Égloga del agua y títulos culminantes como los póstumos y casi hermanos Canción atlántica y Edenia, reúne los libros de poesía que escribió Manuel Padorno desde 1991 hasta su muerte en 2002, libros en los que se muestra en sazón su voz madura, que fue abandonando en esta etapa creativa la narratividad de su poesía anterior para sustituirla por un tono lírico más intenso, por la ambición imaginativa y el impulso plástico que une en su escritura la poesía, la palabra y la pintura.
Precedidos de sendas introducciones específicas que son microensayos en los que Alejandro González Segura sitúa cada uno de los libros en el contexto general de la creación padorniana, se recogen en este amplio volumen de casi mil páginas títulos como Égloga del agua, seguida del largo comentario –‘El contenido vacío’- que el propio poeta hizo de su libro para darle al lector las claves formales y de sentido de su lectura; las sextinas de Éxtasis, instructivas o descriptivas, recurrentes y circulares; los sonetos visionarios de Efigie canaria que evocan el árbol de la luz, el pájaro invisible o el mar y la poesía como marco de un territorio poético propio con el telón de fondo del paisaje canario; Desvío hacia el otro silencio, que en la brevedad de sus nueve poemas aborda un tema central en la poesía de Padorno, quien explicó su importancia en el prólogo que puso al frente del libro, del que forma parte esta Vuelta del desvío:
Entrar allá, después de haber vivido, de haber sentido que desconocía, en la playa solar, el puerto arriba, el árbol de la luz, de la mañana, el vaso luminoso, la gaviota incendiada; después de entrar allá, después del agua, luego del incendio, de la llama invisible, del silencio de la gaviota de la luz, entonces volver atrás, mirar qué fue del viento, la bombilla encendida de mi casa, la larga mesa azul, la silla mía. Entonces al volver a visitarme en mi cama dormido, solitario.
Y tras la aventura poética de las décimas octosilábicas y consonantes de El pasajero bastante y su itinerario marítimo hacia la palabra para “llegar a donde el lenguaje”, el acceso a otra dimensión de la realidad mediante la experiencia poética, la obra central de Padorno, Canción atlántica, su cima poética, un póstumo que agrupa cuatro libros que representan la construcción definitiva de su mundo literario, un viaje al otro lado inefable -Hacia otra realidad se titula uno de sus cuatro libros- en el que la lógica y la lengua se muestran insuficientes.
Ya está definitivamente construido en Canción atlántica el inconfundible universo poético de Manuel Padorno, la luminosa insularidad y la tonalidad propia del poeta de la luz, del aire y del agua, de la vegetación frutal y el pájaro luminoso.
No en el otro lado, sino en su proximidad están los poemas de Edenia, el lugar de la imaginación paradisíaca que el poeta fundó a la vez que escribía Canción atlántica, la culminación de una aventura estética atlántica e insular caracterizada por la búsqueda de lo invisible, por el afán de revelación de la realidad y por el proceso de relectura del mundo a través de la poesía.
"Si para Borges la obra de Quevedo suponía toda una historia de la literatura, la de Manuel Padorno (1933-2002) llegará a representar, en forma parecida, a todo lo mejor de nuestra lírica en el siglo pasado porque, si siguiésemos paso por paso las estaciones en que se va gestando su palabra poética, identificaríamos sin dificultad buena parte de los hilos principales con que se tejió la rica e intrincada malla de la poesía española durante el siglo XX.", escribe Alejandro González Segura en su prólogo 'La estirpe de las metáforas’.
Tras este segundo volumen de las Obras completas de Manuel Padorno habrá un tercer tomo que recogerá una selección de sus libros inéditos y ofrecerá textos de distintos géneros y procedencias.
Santos Domínguez