Manuel Valls, el tiro en el pie de Albert Rivera.

Publicado el 18 junio 2019 por Mike Sala @mikesala65

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Ciudadanos está pagando caro su error en Barcelona. Un error que, al fin y a la postre, deja la imagen del partido ciertamente tocada. Si nos atenemos a la comparación de los resultados obtenidos en otras elecciones con los logrados ahora, el efecto Valls ha sido más similar a un purgante que a un reconstituyente.
Se trataba de fichar a una figura. Se trataba, además, de que fuese internacional. Pero, sinceramente, si el personaje tenía que ser un progre, afecto a la masonería, y con una evidente y sorprendente capacidad de encadenar una estupidez tras otra en forma de discurso, no hacía falta traer a Manuel Valls desde el otro lado de los Pirineos. Se me ocurren unos cuantos personajes autóctonos con las mismas características que podrían haber cumplido con su papel incluso mejor que el francés. Claro que muchos pensaron que nos traían a Astérix de la Galia. O a Obélix. Pero caray, es que Rivera ficho al bardo pelmazo al que pegaban incluso los de su propia aldea. Y como aquél bardo Asuranceturix, Manuel Valls ha resultado ser un tipo insufrible que ha rubricado su oda magistral apoyando a la joven fotocopia de Manuela Carmena y facilitando cuatro años más de poder municipal en una ciudad que se duele de demasiadas cosas, y muchas de ellas por culpa de la renovada alcaldesa Ada Colau.
Barcelona pagará estos cuatro años más de alcaldía en manos de una radical que no ha demostrado nada, excepto su capacidad de crispar y enfrentar a barceloneses entre si y de arruinar sectores económicos claves para el desarrollo de la ciudad. Mira tú que casualidad; como Carmena en Madrid. Porque si nos atenemos a las cifras económicas, los primeros cuatro años de gobierno de Ada Colau y sus antisistema han supuesto un daño que más parece causado por una perturbada que por una política inepta.
Inés Arrimadas, como mandamás de Ciudadanos, anunció hace muy pocas horas que el resto de concejales del partido en el ayuntamiento barcelonés tendrán grupo y voz propia y separada de Valls; lo que es una forma elegante de decir que al francés le frían un paraguas. Pero el daño ya está hecho. Ciudadanos está fracturado y los siguientes cuatro años supondrán un camino aún más complicado frente a otras formaciones indepes que se diferencian entre sí como una gota de agua a otra.
Ahora bien; si nos ponemos en modo “piensa mal y acertarás”; y si partimos de la base de que en política, como mundo corrupto que es, las casualidades son muy escasas, podríamos plantear una hipótesis con cierta mala idea y mucho de íntima sospecha: ¿Este boicot de Valls contra la línea de flotación de Ciudadanos en Barcelonano tendrá alguna relación con los acuerdos tácitos a los que ha llegado el partido naranja con Vox por el resto de España? ¿No estaremos ante un toque de atención desde la jefatura progre de Bruselas, decidida con verdadero ahínco a torpedear sin descanso al partido de Abascal?
Ciudadanos mantiene un equilibrio interno delicado. No solo tiene un serio problema consistente en la extraordinaria cantidad de militantes, algunos ahora cargos públicos, que están en el partido no por ideología sino para llenar el bolsillo. Como Vox, anteriormente Ciudadanos fue un partido de aluvión. Y en todas las comunidades autónomas las listas del partido se han nutrido de impresentables tránsfugas de otros partidos y de náufragos de formaciones desaparecidas o embarrancadas y sin capacidad alguna de maniobra. Pero hay otro problema al que nadie parece prestar atención. Ciudadanos también alberga a no pocos ex PSOEs y ex PPs que no tienen buena relación entre sí y que para ciertas iniciativas políticas simpatizan más con sus antiguos partidos que con lo que dispone Rivera y su equipo de dirección. Curiosamente, y de puertas para adentro, a ninguno de estos tres grupos le cayó bien la llegada de Valls, al que veían como un intruso que llegaba para obtener protagonismo cuando el partido ya estaba implantado a nivel nacional.
Manuel Valls justifica su apoyo a Ada Colau con un argumento bastante pobre. Asegura que así ha frenado la llegada de los independentistas a la alcaldía de la Ciudad Condal. Pero ¿realmente hay alguna diferencia sustancial entre las políticas del partido de Colau y el resto de independentistas?
Sea lo que sea que vaya a suceder, sean cuales sean las consecuencias de la decisión de Manuel Valls, la raíz del error está en la decisión de la dirección de Ciudadanos al haber traído a sus filas a Valls, bien por decisión propia, o por imposición de los amos de Bruselas. El problema para Rivera ya está ahí, y según como maniobre, acabará por perder lo que tanto se esforzó por ganar durante los duros años de política frente a los independentistas catalanes. Veremos cómo acaba esto pero, insisto; para este numerito, no era necesario importar a un soplagaitas francés. En Cataluña, para desgracia de tantos catalanes, ya había suficientes progres por el estilo para cumplir con ese papel.
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