Manuela Desvalls, una monja espía en la Guerra de Sucesión

Publicado el 13 mayo 2015 por Srabsenta @srabsenta

Retrato de Felipe V por Miguel Jacinto Meléndez, 1712

Cuando hablamos de la Guerra de Sucesiónde 1714 lo primero que me viene a la mente es Felipe V derribando el barrio de la Ribera tras un asedio brutal de la ciudad, comandado por el duque de Berwick, y al ingeniero Joris Prosper Van Verboom diseñando una temida ciudadela militar para ubicarla justo allí donde estaba el barrio derruido.

Planta de la ciudadela de Van Verboom

Si me fijo en el otro bando veo al archiduque Carlos de Austria conquistando la zona de la Plana de Lleida gracias al apoyo de los hermanos Desvalls (Manuel y Antonio), que en 1705 lo habían proclamado rey en l’Urgell, la Segarra, el Segrià y la Ribagorça. Uno, Manuel, era el gobernador del castillo de Cardona desde 1711 y el otro, Antonio, el marqués de Poal que en 1714 llegó a ser el comandante de toda la resistencia de fuera de Barcelona. Es decir, que los protagonistas de ese momento histórico siempre han sido hombres.

Antoni Desvalls, marqués de Poal


Manuel Desvalls, gobernador del castillo de Cardona


Un buen contrapunto a esta visión tan masculina de la guerra es el que aporta Patricia Gabancho en su libro Les dones del 1714, donde  nos descubre un buen número de mujeres que participaron en dicha guerra y de las que poco (o casi nada) se sabe. Una de ellas era la hermana de Antonio y Manuel Desvalls, Manuela, que jugó un papel tanto o más importante que el de ellos. Manuela no estuvo al pie del cañón defendiendo el castillo de Cardona ni tampoco al mando de la resistencia sino que residía en un convento benedictino. Concretamente, en el de Vallbona de les Monges. De hecho, era la Abadesa y utilizaba su posición privilegiada para colaborar con el cuerpo de espionaje de los hermanos Lleonart, al servicio del bando austriacista, que interceptaba el correo enemigo y enviaba hombres y armas a Barcelona para seguir luchando.

Manuela llevaba a cabo su misión con total discreción y jamás llegó a ser descubierta. Su condición de religiosa era una tapadera perfecta que le permitía pasar información sin levantar ninguna sospecha, cosa que hacía escribiendo y copiando mensajes para las tropas austriacistas. Lástima que su red de espionaje no consiguiera evitar la caída de Barcelona el 11 de septiembre de 1714 ni siete días después la del castillo de Cardona tras la cual sus hermanos Antonio y Manuel se exiliaron a Viena.

Barcelona, en 11/09/1714 según Jacques Rigaud

Acabada la guerra, ella siguió en el monasterio escribiendo de forma anónima a favor de la causa hasta que, en 1718, la mayoría de sus defensores fueron encarcelados. Ella, al no haber sido descubierta, continuó en Vallbona de les Monges donde aparece documentada como bolsera (tesorera) del monasterio hasta el momento de su muerte, en 1743.