Ilustración de Jesús Escudero
A poco más de una hora en coche de Nueva York uno encuentra docenas de “granjas de manzanas”, inmensos terrenos de cultivo de esta fruta pomácea en los que, algún día y hace años, alguien debió pensar que más allá de ganar unos dólares vendiendo cajas y cajas de este alimento, se podían ganar algunos más dejando entrar a simpáticas familias y turistas varios a tus terrenos para que, durante un rato, se entretengan cargando su coche con una selección de frutas rojas y amarillas. Su propia selección. Utilizando su propia mano de obra.El mecanismo no puede ser más sencillo. Tú vienes con tu coche, te dejo entrar a mi gigantesco huerto, te doy una bolsa de plástico con las asas más resistentes que vi jamás y durante el tiempo que quieras te puedes dar el gusto de llenarla dicha bolsa (de un tamaño más bien discreto) con todas las manzanas que te quepan. Lo de menos, queda claro, es llevarse a casa dos o tres kilos de fruta. Lo importante es completar la visita turística correspondiente recorriendo y reconociendo las diversas variedades de manzanas, convenientemente explicadas, con sus orígenes, su nombre científico y su gusto en paladar. Es así como uno aprende que hay vida manzanil más allá de la Golden, la Fuji y la Gala, y llevarse a la boca una variedad Cameo, Empire o HoneyCrisp. Aunque ninguna compita con la Mcintosh, que no es una marca de ordenadores solamente, sino también la más famosa de la variedad de manzana y orgullo del estado de Nueva York.
Ilustración de Jesús Escudero. En la web de Jesús puedes conocer más de su trabajo.
http://www.jesusescudero.com/