Mar, arena y ron: República Dominicana

Publicado el 14 marzo 2015 por Iñigo De Jaime

Como es evidente, muy distinta es la República Dominicana que yo visité hace unos años, de la planteada en la novela recomendada hace unos días, La Fiesta del Chivo .

Cierto es que fue hace mucho tiempo y los recuerdos son lejanos ya...

era joven (eso sí lo recuerdo), y era el viaje de fin de curso que organizamos diversos compañeros de la Universidad. ¿El destino elegido? Santo Domingo (Ciudad Trujillo en la novela de Vargas Llosa), aunque en realidad era la República Dominicana, pero es que mucha gente, entre ellos yo, suele llamar con el nombre de su capital al país.

Como algunos andábamos escasos de liquidez, montamos varios eventos para conseguir efectivo con el que pagarnos el viaje. Todavía recuerdo una gran fiesta organizada en una discoteca a la que mis amigos acudieron en tropel, vender lotería de navidad, un concurso que organizaba Winston (en aquella época las marcas de tabaco no se consideraban el enemigo público número uno) en la que conseguimos 500.000 de las extinguidas pesetas, un programa de la televisión en el que ganamos un coche (un Renault twingo exactamente, que luego no conseguíamos vender)... como podéis ver, nos lo curramos mucho. ¿El premio? Autofinanciarnos un maravilloso viaje a la costa norte de la República Dominicana.

Lejos de los muchos resorts de lujo que la mayoría de turistas eligen para sus vacaciones en la República Dominicana, nosotros optamos por alojarnos en un hotel próximo a Sosúa (a 25 kms del conocido Puerto Plata). No recuerdo su nombre pero sí que era pequeñito y prácticamente lo ocupábamos todos los compañeros de carrera. Cerca teníamos una playa no muy grande, pero solíamos acercarnos (subir a un motoconcho -moto a modo de taxi donde pueden subir los que quepan- es toda una experiencia) todos los días a la ciudad de Sosúa, cuya playa, de un kilómetro aproximadamente, es excelente y cuyo ambiente (diurno y nocturno) inmejorable. El mar antillano, la arena golpeada por las olas, el ron, las risas, y el merengue se agolpan, entremezclándose, en mi memoria de aquella semana.

En Sosúa, pequeños comerciantes proveerán todo tipo de comodidades para el disfrute de tu estancia: sillas reclinables, sombrillas, cerveza (la Presidente es la marca más conocida y la sirven a punto de congelación, por lo que simplemente los dominicanos piden una fría) o refrescos de botella bien fríos, y unos deliciosos pargos y langostas cocinados al gusto del visitante. Y para aquellos que no se quieren mojar o llenarse los pies de arena, sobran las distracciones: a menos de cien metros de la orilla hay un sinfín de pequeñas tiendas ofreciendo todo tipo de artículos turísticos (piedras de ámbar, figurines de madera, cuadros pintorescos y típicos, camisas playeras de todos tipos y colores). Por supuesto, el arte del regateo es necesario por estos lares.

Comentar eso sí que esta playa no es exclusiva para los turistas como por ejemplo Playa Dorada. Sosúa es abierta al público por lo que vas a tener la oportunidad de compartir tu estancia con los simpatiquísimos (y atractivos) residentes. Por cierto, cuando visitamos estas tierras, el robo o la posibilidad de que alguien nos molestara era bien remota: la policía en Sosúa no andaba con pañitos tibios (impresionaba ver los machetes y escopetas que portaban).

En cuanto al ambiente nocturno no tengo palabras... no de verdad, no tengo palabras... porque los recuerdos se han disipado entre el merengue, la bachata, las risas, el sexo (esta cuestión, famosa en República Dominicana, daría para varios posts pero quiero seguir siendo un blog para todos los públicos), las frías, las piñas coladas y los servicios (así llaman a una botella de ron de un medio litro acompañada de un cubo de hielo, unos trozos de limón en un platito y una botella de litro de coca cola. Cada cual mezcla así a su gusto los ingredientes de este combinado, llamado irónicamente cubalibre). Añadir que el ron dominicano incluye marcas mundialmente conocidas: Barceló, Simoney, Bermúdez o el famoso Brugal (según los locales, si tomas Brugal "o chingas o peleas"... sin comentarios qué opción debéis elegir).

Si hablamos de excursiones a realizar tenéis muchas páginas web que os ofrecerán un abanico grande de opciones. Nosotros optamos por acercarnos a la isla de Cayo Levantado: una pequeña, muy pequeña isla en medio del Caribe (al nordeste de República Dominicana, en la bahía de Samaná) y conocida también como Isla Bacardi (por los anuncios de este ron, que es cubano, con palmeras sobre arena blanca, frondosa vegetación y aguas turquesas cristalinas).

Os recomiendo acercaros si podéis, a disfrutar de un increíble día nadando en sus tranquilas aguas, practicar snorkeling, relajarse en sus playas, caminar (tiene un kilómetro cuadrado la isla por lo que la podéis recorrer tranquilamente) o disfrutar del marisco fresco local. En resumen, a disfrutar del mar, arena y ron que os ofrece la bella República Dominicana.