«El temporal azota la costa, con lenguas de océano furiosas como látigos de sal gruesa. Golpean sin tregua los barcos fondeados, chocando entre ellos por la fuerte marejada.
Del cielo, no cae ni llora una sola gota.
Millas mar a dentro, el buque Barlovento libra una lucha de titanes contra un Kraken. Sobre ellos, un conjunto de nubes oscuras amenazan tormenta.
Bajo el casco, se ha formado un gran remolino que engulle la embarcación con hambre. La tripulación se zarandea mientras intentan en vano achicar el agua de la cubierta, de popa a proa y de babor a estribor. El barco se ladea irremisiblemente hacia el Kraken, que emerge desde las profundas aguas, abrazando y atrayéndola con sus tentáculos, como monstruosos lazos, hacia el centro mismo del abismo.
Es allí, donde reina.
Donde se aúna el apetito voraz de cascotes y marineros.
Se escucha entonces entre los rudos gritos de la batalla, un canto celestial; es la voz de una sirena que acude a la llamada de un apuesto marino tripulante del Barlovento. A la que una noche de luna nueva, en un muelle de Estocolmo, le juró estar por siempre enamorado del mar que la rozara.
La sirena entonces, con su embriagadora melodía, consigue amansar al monstruo, ejerciendo sobre él una especie de hipnótica calma.
Y el Kraken se marcha, liberando al Barlovento de toda su furia».
Todo ha sido un sueño.
Me despierto en medio de la noche, empapada en un sudor salado, que me ha calado hasta los huesos. He tenido una pesadilla, que aún me late en las sienes y en los párpados.
Alargo la mano y rozo tu pelo, y me acerco despacio para abrazarte. No quiero que despiertes aún. Busco en ti de nuevo, el calor que me saque de este frío húmedo, de este océano tan real y negro en el que me sumerjo cada vez que sé que tienes que volver con ella.
No te quiero soltar. Sé que cuando despiertes te marcharás a otro puerto.
Quizás más seguro que el mío, pero dime, ¿quién te salvará de esa agónica calma que te espera y del hastío?
Y entonces, me apaciguo en tus brazos de nuevo.
Sé que siempre
volverás a izar mis velas.
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