Hace treinta años participé en la que muy posiblemente será mi mayor cola para una compra de entradas: catorce horas bajo la lluvia para ver a Rudolf Nureyev en el Teatro Principal de Valencia. Entonces, con cuarenta y siete años, el mítico bailarín ruso demostró que lo físico puede perdurar si está al servicio de un fin superior. En su excelso caso fue el arte y en el mío más modesto, Marathon-15%. Hoy tengo seis años más que entonces él y como él no me resignaré a ser vencido por la fecha de mi nacimiento hasta que llegue mi defunción…
172- La fecha de nacimiento solo es un recuerdo para quien prefiere poner en el futuro toda su atención.