Marbú Dorada: The Videogame

Por Laocoont

¿Y porqué no? Esa es la pregunta que ha pululado esta mañana por mi mente mientras fraguaba el artículo que se ofrece a continuación. Y es que últimamente – más tras unos días desconectado – he estado mirando esto de los videojuegos desde un primsa más cercano a lo primario, el disfrutar. Cosa que me ha llevado a pensar en aquellas cosas que me hacían feliz cuando era un crio y de las que ahora – por culpa de la estupidez del adulto – me niego constantemente.

Comer galletas Marbú Doradas en un cuenco lleno de café con leche. Sí, lo han leído bien y no, no me he vuelto loco, o eso creo. Ese placer es quizás el máximo exponente de disfrute, ante las calurosas tardes de verano como las que nos azotan estos días no había nada mejor que ese invento llamado merienda – cena donde el plato protagonista era el compuesto de láctico con esas maravillosas pastas perfectamente doradas.

Por ello, y tras mucho pensar, he pensado que hace tiempo que el sector de los videojuegos ha dejado de lado las infinitas posibilidades que pueden ofrecer las grandes marcas. Y es que mientras la jugabilidad no se vea dañada y que sobre todo el precio – algo dificil – del videojuego baje no me importaría cierto tipo de patrocinajes. Ya está bien de tanto divagar o hacer extrañas tentativas, quiero que en los Kinder Sorpresa aparezcan códigos de descarga de juegos o DLC’s.

¡Locura! Será el calor sofocante y tremebundo – como diría Piqueras – pero no deja de ser algo que ya se inventó hace unos años. De hecho existieron una gran cantidad de títulos que estaban patrocinados y en los que se leía perfectamente la marca que costeaba dicho desarrollo. Supongo que algo se puede hacer, pero no veo mal que en el próximo Grand Theft Auto se lean carteles de Mango, Zara o Rayban…¡que más da! ¿Afecta eso a caso a la jugabilidad? Sinceramente creo que no.

Ejemplos de esos mencionados títulos hay muchos y los siguientes son solo la punta de un gran Iceberg aún por explotar. El problema es que las compañías desconocen la existencia de Under My Mind y muy a mi pesar deberé cancelar la reserva de la piscina que tenía encargada para final de año para llenarla de billetes de quinientos y nadar en ella tras la fama conseguida al ser considerado un redactor “pseudo”.

Cool Spot

El primero de los juegos no es otro que el tan exprimido Cool Spot, un personaje que llegó a ser la mascota representativa de una marca de bebidas, 7Up, que decididos – y atrevidos – lanzaron el año 1990 el juego Spot: The Video Game para algunos de los sistemas de por aquel entonces donde ese punto rojo, chulesco y con gafas avanzaba mediante el sistema de plataformas por un escenario repleto de elementos de la marca de bebidas. No fue el único título de dicho personaje y otras plataformas llegarían a recrear un mundo donde la empresa competidora de la Coca-Cola buscaba la forma de abrir su mercado.

Fido Dido

1993 y después de ver como Cool era una buena apuesta, los señores de la Pepsi decidieron cambiar a su mascota. Una apuesta arriesgada que fue muy bien acogida por la mayoría de los adolescentes del principio de los años 90. Un tipo culesco, con aire de sobrado y con pendiente en la oreja. Un aire desenfadado con unos pelo dejados al libre albedrío tras una ducha rápida y la sensación de ir flotando mientras iba caminando (esto último era supuestamente debido a la ingesta de estupefacientes, muy prolíficos en aquella época). El caso es que Fido Dido también tuvo la suerte de ser uno de esos juegos que pasaron a la historia por estar bajo el patrocinaje, 7Up volvía a ser el que pagaba el desarrollo.

Zool

Que la mujer del que creo el caramelo en palo se llamaba Chups es uno de esos chistes malos que alguna vez se debe contar en la vida. Aunque sea para quedar mal y cerrar una larga noche de juerga. El caso es que la compañía Chupa Chups no se lo pensó dos veces cuando decidió meter en un mundo extra azucarado a Zool. Un personaje que debía pasar de pantalla en pantalla sin distraerse o resbalarse en sus própias babas. Paísajes dignos de la locura de cualquier anorexico o de extremo orgamos para el obeso empedernido. Un mundo lleno de dulces que atraía a los más peques y que entretenía puesto que el desarrollo del título no estaba del todo mal.

Existen más, muchos más pero es tonteria empezar a listar todos aquellos títulos que han sido patrocinados cuando hay otros compañeros de “profesión” – todos ellos pseudos – que ya han escrito sobre el tema. Y porque no decir, mucho mejor que un servidor. Además el motivo de éste artículo no es el de presentar algunos títulos patrocinados sino otro de muy diferente.

En mi retorcida mente no existe otra obsesión que la de crear una comunidad de locos que una vez manipulados, reconvertidos y modelados a mi antojo sean capaces de obecer mis estúpidas ordenes cuando la crisis económica explote y nos veamos sumidos en un caos total, un paisaje apocalíptico que muy seguramente se meará en la imaginación de los creadores de Fallout 3 o sucedáneos.

Mi locura no es otra que la de llamar la atención sobre alguna compañía sobre una demanda desaforada y llena de descontrol. La petición no es otra que la de crear un videojuego donde el protanogista sea las putas galletas Marbú. ¿Tas loco? Bueno puede que el calor me haya afectado pero quizás sea una buena forma de pasar el veranito entre risas y de forma distendida.

¿Como? Pues como muchos otros videojuegos que fueron traídos a España mediante la presión popular – Last Story o Demon’s Souls cof cof – insto a la comunidad a enlazar dicha entrada en sus blogs particulares invitando a la gente a formar parte de un grupo en Facebook – sí tengo Facebook – creado para la ocasión para ver hasta que punto las desarrolladoras pueden hacer caso a nuestra petición. ¿Se atreven? Puede que otras campañas sean más molonas e incluso que regalen maravillosos materiales (como gomas, lápices y borradores) pero sinceramente conseguir que Marbú Dorada The Video Game sea una realidad puede hacer empecemos a creer en la influencia real de las redes sociales. ¡Riete tú de DemocraciaRealYa!