¿Qué es el cuerpo humano sino un recipiente imperfecto -y con fecha de caducidad- de algo mucho más elevado y profundo a lo que podríamos llamar identidad? ¿Y si esa amalgama de capacidades, rasgos, valores y conocimientos pudiera recogerse en algún tipo de dispositivo tecnológico desarrollado por la biomedicina y transferirse a otro cuerpo cuando el contenedor original resultara dañado o estuviera a punto de alcanzar la obsolescencia? ¿Sería esa la muerte de la muerte con la que transhumanistas y 'singularianos' de Silicon Valley no paran de amenazarnos?
No lo descartemos: es muy posible que a esta futurista e inquietante teoría, que sirve de argumento a la novela de Richard K. Morgan y a su homónima adaptación televisiva de Netflix, Altered Carbon, lo único que le falte para saltar de la ciencia ficción a la realidad sean unos pocos años. Y es que los científicos son esa clase de hormigas incansables que siguen creando pase lo que pase, ajenos a las objeciones con las que desde la ética o la religión se cuestionan muchos de sus logros.
El último de esos sorprendentes avances llega desde la Universidad de Illinois, en Estados Unidos, donde un grupo de investigadores ha creado el primer marcapasos biodegradable. El dispositivo está diseñado para proporcionar un soporte temporal a personas con trastornos del ritmo cardíaco. Además, su colocación en el corazón del paciente no requiere de intervención quirúrgica, no necesitando ni cables ni batería para ser capaz de funcionar. El aparato apenas pesa medio gramo y está fabricado a partir de una mezcla magnesio, tungsteno, silicio y un polímero PLGA; materiales, todos ellos, compatibles con el cuerpo humano.
La biotecnología puede ofrecer en la medicina una aplicación biodegradable capaz de realizar tratamientos cada vez menos invasivos
En cuanto a su funcionamiento, desde un dispositivo externo se envían ondas de radio al marcapasos, con las que este genera entonces la electricidad necesaria para regular el latido. Al cabo un tiempo ajustable a las necesidades de cada paciente, y una vez corregido el problema en el latido, el marcapasos se disuelve por si solo en el organismo del portador por efecto de procesos químicos naturales, con lo que hace completamente innecesaria su extracción.
Este desconcertante avance todavía se encuentra en fase de experimentación y aún no ha sido testado en humanos, pero lo que está claro es que, de prosperar, abriría un nuevo e inimaginable campo de actuación para la biotecnología aplicada a la medicina: una ciencia de aplicación biodegradable capaz de realizar tratamientos cada vez menos invasivos. La monitorización de enfermedades, fármacos, re-programación genética y todo tipo de terapias temporales son algunas de las posibilidades que parecen ofrecer, hoy, estos materiales bio-absorbibles.
Conexión medioambiental
La medicina biodegradable también supone conectar la biotecnología con la sostenibilidad. El hecho de trabajar con elementos y materiales que son reabsorbidos por el organismo de forma natural, unido a la ausencia de cirugía para su implantación y extracción, reduce la huella de carbono de este tipo de tratamientos y abre nuevas perspectivas para la innovación verde en medicina.
No hace falta irse a dolencias graves y complejas para encontrar muestras de esa conexión. Muchos dentistas, por ejemplo, llevan años experimentando un modelo de odontología ecológica en el que predominan las tecnologías, procedimientos y materiales inocuos para el planeta, algo que también ocurre con las radiografías digitales o los tratamientos libres de metal en las restauraciones estéticas.
Dr. Polímero
Los 'biomateriales' médicos, muchos de los cuales tienen su origen en polímeros sintéticos de base orgánica, son un campo incipiente y en continua expansión. Sus aplicaciones son múltiples e incluyen ámbitos tan dispares como embalajes, contenedores, dispositivos médicos, equipos e instrumentación, así como suturas, sistemas de liberación de fármacos, fijaciones óseas, apósitos, gasas, catéteres, implantes permanentes -o temporales- dentro del organismo y prótesis externas. En cuanto a estas últimas, la combinación de unos materiales considerablemente más ligeros y cómodos con los diseños 3D está mejorando la calidad de vida de personas con miembros amputados.
La tendencia de la industria, por tanto, parece seguir avanzando en dirección a la obtención de nuevos productos biomédicos que reemplacen a los materiales no biodegradables y, al mismo tiempo, faciliten la regeneración de tejidos. Una vía que parece llevarnos poco a poco a una biomedicina tecnológica, sí, pero también ecológica.
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