La marcha me ha dejado satisfecho, pero a la vez preocupado por varios puntos. Los discursos de algunos de los organizadores, los gritos de la manifestación y el mensaje de algunos divulgadores me han dado material para hacer algunas reflexiones sobre el objetivo de la Marcha por la Ciencia, su influencia y el futuro.
Marcha por la Ciencia GDL, un pequeño paso en un largo camino
Este año, sin embargo, fue distinto gracias a la coordinación de varios ciudadanos que decidieron hacer una auténtica marcha, planeando, organizando, poniendo de su tiempo, su dinero y esfuerzo para que fuera un evento real, uno que nunca antes tuvo Jalisco, una marcha por la ciencia. Lo lograron. Con una participación discreta pero sustanciosa y con algunos medios que cubrieron el evento (junto a otros, como la Marcha por legalizar y el Día de Star Wars), lograron juntar a ciudadanos, investigadores y asociaciones que nos preocupamos por el futuro de la ciencia en México, donde nuestro actual presidente prometió aumentar, como dice la ley, el presupuesto para ciencia y tecnología en 1% al menos, haciendo todo lo contrario con su novatada de la austeridad. Quienes marchamos, sabemos que esos sueños de la 4T son imposibles (por mejor intencionados que traten de ser) si no se invierte en desarrollo científico, tecnológico y humanista; mucho menos si quienes se supone están al frente de las políticas científico-tecnológicas son declarados anticientíficos que se esfuerzan en aumentar su poder antes que apoyar la ciencia de verdad.
Como ya hemos comentado en otra ocasión, si algo ha logrado este actual gobierno, es que Conacyt aparezca por más de una semana seguida en primera plana. Por desgracia, pues solo se ha expuesto la falta de experiencia, la pésima planeación, y las actitudes autoritarias, tecnófobas y retrógradas de quienes deberían ser las principales voces de defensa de la ciencia y de apoyo al resto del gobierno para que las decisiones se tomen siempre basadas en la evidencia. La marcha es solo una de las muchas llamadas de atención que la comunidad científica, junto la ciudadanía, hacen al gobierno de este país que, según dice, busca ser un auténtico gobierno del pueblo. Así es como esta marcha internacional se vuelve en un bien necesario y urgente, pero no es suficiente, es apenas un paso. Es poco probable que con solo esta marcha se cambie algo, pero por algo hay que empezar.
¿Con la ciencia conocemos qué es la libertad? ¿Todos somos científicos?
Dicho todo lo anterior, es hora de reflexionar desde la experiencia en la marcha. Puedo entender el furor y lo necesario que se vuelve el transmitir un mensaje a la sociedad mientras se grita y se exige un cambio. Pero como "especialista" en filosofía de la ciencia (si es que de algo vale eso) me es imposible no prestar atención a aquellos gritos que, me parece, se hacen más desde la emoción del momento antes que de la realidad de la actividad científica.
Uno de esos mensajes que se gritaban repetitivamente en la marcha fue algo parecido a "¡Sin ciencia no hay conciencia. Con ciencia conocemos qué es la libertad!", mensaje que a primera vista parece algo raro, pues combina al menos tres puntos relacionados pero diferentes: la ciencia, la conciencia (de algo, como las malas decisiones en política, supongo), y la libertad, algo que para una peatón ajeno a la ciencia (y no se diga ya a la historia y la filosofía de la ciencia), le parecerá un mensaje bonito pero que carece de mucho sentido. Si somos caritativos, podríamos interepretarlo de la siguiente manera: hay muchos problemas sociales en la actualidad (por el ejemplo, el cambio climático, que constantemente fue citado en los discursos de la marcha) de los que las sociedades no son concientes de su importancia (o de su existencia) hasta que la comunidad científica lanza una alerta, tal como se ha venido dando con el calentamiento global, los movimientos antivacunas y los recortes al presupuesto en ciencia y tecnología. Solo a través de conocimiento es que las personas se vuelven concientes de estos problemas, y solo entonces son capaces (libres) de buscar aportar su ayuda para revertirlos. Yo me pregunto si eso es lo que entendían los marchantes y los civiles que nos veían.
Al final de la marcha, algunos de los organizadores ofrecieron sus discursos donde se mostraba también el Manifiesto de la Marcha por la Ciencia. La mayoría de los discursos, así como el manifiesto, me parecieron centrados en pedir lo que el actual gobierno había prometido. Los discursos fueron clausurados con la reflexión cómica y entretenida de la ya mencionada youtuber, Lumara la bióloga. Aunque comparto mucho del mensaje de Lumara y admiro su trabajo como divulgadora en YouTube, la joven bióloga introdujo lo que los filósofos de la ciencia llaman uno de los mitos de la divulgación: la idea de que todos somos científicos en cierto grado. Lumara contaba la anécdota de una niña (no recuerdo bien, pero era familiar suya) que puso a prueba la afirmación de sus mayores, "si tocas la pantalla de televisión, entonces se va a descomponer", inicialmente acercándose, tocándola con uno, dos y tres dedos, para al final acabar pateando el televisor. La niña entonces tenía una pregunta planteada (¿realmente se descompone la TV si la toco?), buscó hacer un experimento para observar los resultados (tocó la pantalla sutilmente), desconfío de sus primeros resultados, volvió a intentarlo de distintos modos, hasta que al fin encontró la manera de probar cómo es que la televisión podía descomponerse (no tocándola, sino pateándola).
Sin duda se trató una anécdota graciosa, pero eso no hace que la niña se acerque a ser una científica (tal vez en un futuro lo pueda ser). Su anécdota me recordó a su vez a los que dicen que todos son filósofos, porque todos nos planteamos preguntas profundas sobre el sentido de nuestra existencia; y en efecto, hacemos eso, y en cierto sentido podríamos decir entonces que todos filosofamos, así como podríamos decir que en cierto sentido todos aplicamos los pasos del método científico. Pero a veces estos mensajes pueden causar más confusión de la que ya se tiene sobre qué significa ser científico. Tal como una persona que me reconoció me preguntaba, lo necesario para dedicarte a la ciencia es más complejo y necesita de más trabajo de lo que algunos divulgadores lo hacen notar.
Lumara en
su divertido discurso.
Tal vez puedo sonar muy aguafiestas o amargado, intentando mostrar que la simplicidad es más un mito que una realidad en la ciencia. Pero al final este tipo de errores, aunque pequeños y prácticamente irrelevantes dado el contexto de una marcha en favor de la ciencia, sirven para plantearnos problemas serios que educadores y divulgadores de la ciencia se deben hacer: ¿cuáles son los modos correctos para divulgar la ciencia sin caricaturizarla en el intento? Una respuesta satisfactoria, como seguro adivina, no es sencilla, y el debate continúa.
Si estamos de acuerdo en que queremos defender a la ciencia, hay que ponernos de acuerdo entonces sobre qué estamos entendiendo y qué mensaje queremos mostrar al público sobre lo que debe entenderse por ciencia.
SI TE INTERESA ESTE TEMA
* "Who’s Getting It Right And Who’s Getting It Wrong In The Debate About Science Literacy?", artículo de Matt Nisbet en el CSI.
* "Reflexiones sobre la ciencia", video donde el biólogo Antonio Lazcano explica la importancia de la ciencia como parte de la cultura y la sociedad, así como los problemas sociales detrás de la actividad científica y humanística en México: