Marchando una de cocina manchega

Por Antoniobellon @sabersabores

Yo no canto de Marte los furores
que el cañón me aterra el estallido,
ni del hambre y la peste los horrores,
ni los vanos impúdicos amores
del mundo corrompido.
Canto el placer más sólido y durable
que ofrece la existencia deleznable
en su curso apacible:
canto, público amable,
el mágico poder del comestible.
Giman enhorabuena
en las redes de amor de su sirena
los necios amadores,
no creo que el estómago se llena
con el humo fugaz de los amores.”
Vicente Sainz Pardo.

En la cocina de Castilla – La Mancha, de la que poco, o muy poco se sabe hasta que poblaron sus tierras las legiones de Escipión, se funden las distintas culturas de los pueblos que en ellas se asentaron, asumiendo el legado de sus costumbres culinarias, asociadas a tradiciones, gustos y sabores, al tiempo que se enriquece con lógicas influencias de las regiones limítrofes de las que nuestra región es ‘frontera de culturas’.
Si los romanos aportaron el ajo y el aceite de oliva, los árabes introdujeron el azafrán, la nuez moscada, la pimienta negra y la caña de azúcar. Después, con el descubrimiento de América, las cocinas se enriquecen con la patata, el tomate y el pimentón.
En la geografía culinaria hay que distinguir sus distintas peculiaridades. La cocina de La Mancha propiamente dicha, se nutre de productos de la tierra, del cerdo y sus derivados y de los platos que aporta la caza menor. De parecido corte lo es la madrileña, con el añadido de algunos preparados ‘castizos’, teniendo en el cocido su plato más representativo, en tanto que la gastronomía de Guadalajara está presidida por los asados, complementada con los platos que aportan fogones familiares de sus tres comarcas: Campiña, Sierra y Alcarria.

Flor de azafrán. Autora, Soledad Garcia Salas

Las tierras de La Mancha, tierras de transición desde Castilla a la musulmana Andalucía, estuvieron siempre jalonadas, para el descanso y yantar de arrieros y caminantes, de posadas, ventas y mesones cuya cocina divulgó ampliamente Cervantes a través de su obra inmortal.
Una cocina popular celosamente respetada a través de los tiempos, basada en una fina observación y en la sabia experiencia de cada día con recetas que nos acercan entrañablemente al sentir y latir de esta tierra sencilla, humilde y prosaica en la que cada pueblo es puerta abierta al caminante.
La gastronomía manchega tiene su característica más definida en la sobriedad, con un extenso repertorio de platos populares que, en amplia mayoría, los dio a conocer Cervantes a través de El Quijote.
En las cazuelas madrileñas hay una gran influencia manchega, al estar la Villa y corte en el corazón de la Meseta. No parece, pues, ocioso, destacar conjuntamente, algunos de los platos más populares o característicos de la región. Destaca, en primer lugar, la ‘olla podrida’; de ella se deriva el famoso cocido madrileño, que lo es igualmente de La Mancha en un amplio sector de pueblos y aldeas.
Los ‘duelos y quebrantos’, el ‘tiznao’, el ‘salpicón’, los ‘galianos o gazpachos’, el ‘guiso de Bodas’, y los derivados de la caza menor gozándose todos ellos de gran vigencia, así como las ‘gachas’ y las ‘migas de pastor’, y con tradición igualmente pastoril, en la mesa, como aperitivo o como postre, se agiganta el protagonismo del queso.

Queso manchego al romero. Cooperativa de Ganaderos Manchegos, Tomelloso

En el capítulo de postres, los árabes nos legaron una deliciosa repostería y de los claustros monacales salieron recetas y secretos de exquisitos bocados y golosinas de tentación irresistible. Se llevan la palma el mazapán de Toledo, y la ‘bizcochá’ alcazareña, pero en las mesas tienen lucida presencia otros dulces y platos para el deleite y la caricia de los más exigentes paladares.

Tradicionales recetas del solar manchego que, desde viejos tiempos, vertidas al puchero, prestan calor al cuerpo entumecido de nativos y foráneos.
Sobria comida con la que nos agasajan manos hacendosas que manejan con sabiduría, ternura, mimo, diligencia y tiempo, fogones y pucheros que se ven reforzados con la nutricia aportación de cuatro venerables y Santos varones:

San Isidro nos da el pan
y San Andrés nos trae el vino.
San Antón pone el gorrino
y San Blas… ‘tó’ lo demás.

En este recordatorio, no olvidemos que a la hora del yantar cada guiso viene del brazo de unos vinos que riegan y realzan el sabor de cada plato.
Todos ellos están nacidos en cien pueblos manchegos para ser bebidos con calma, sin ritual alguno a la hora del yantar o del castizo y popular ‘tapeo’ que anima la charla y la tertulia y que, tal vez, preceden a un suculento gazpacho.

Vino de La Mancha. Autor, Thomas Leuzinger

Ponte, pues, en camino porque La Mancha, en la grandiosidad de la llanura te ofrece algo más que un gozoso itinerario por senderos jalonados de posadas, ventas y mesones para degustar ollas y pucheros. Para gozo del alma se te ofrece una ruta de caminos con pueblos, paisajes y molinos.
Para gozo del cuerpo, jamás te negarán posada y pan. Y a ti, afortunado viajero que en breve y sustancioso viaje cruzaste los caminos de esta tierra y has degustado paisajes, platos y vinos que son referencia permanente de un Hidalgo Caballero y del realista y bueno de Sancho, a la par que has dejado en estas soñadas tierras la huella de tu paso, une mi ruego de que no aparques en el desván del olvido esta parcela sin linderos, por siempre abierta al forastero, para sellar afectos y compartir de nuevo el pan y el vino de la amistad.

Nuestro ajo morado. Autor, Juantiagues

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Fotografía de portada: Una postal de Almagro. Autor, Manuel
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Bibliografía y fuentes de información:
– Don Quijote de La Mancha. Centro Virtual Cervantes. Instituto Cervantes.
– Vinos, platos y recetas. Miguel Espadas.
– La Vid y el Vino de La Mancha. 1963. Sixto Fernández.
– Hombres, lugares y cosas de La Mancha. Fascículos VIII y XLIII. Rafael Mazuecos.