Limpia, parte los tomates y échalos en el vaso de la batidora.
Pon el pan en remojo, sácalo y escúrrelo bien para, a continuación, echarlo también en el vaso con los tomates. (Opcional: pela y lava una o dos zanahorias y añádelas a lo anterior). Pela un diente de ajo e échalo también. Añade sal, aceite y vinagre a vuestro gusto. Bátelo y mételo en el frigorífico (no hay nada más malo que un salmorejo calentorro). Cuando se haya enfriado, sírvelo en un cuenco con huevo duro por encima, jamón serrano (esto último opcional) y un chorreoncito de aceite. Listo y ¡a comer! Por supuesto acompañado de un medio de vino Montilla- Moriles y un pincho de tortilla de patatas o, mejor, berenjenas fritas que es muy cordobés. Ummmm. E vua lá! Mi resultado:
Así que ya sabéis, cuando vengáis a Córdoba que no os olvidéis de acompañar el aperitivo con un salmorejo “ORGULLOSAMENTE” cordobés. ¿Dónde? En cualquier sitio pero, si queréis originalidad, podéis ir a la Salmorejería Umami donde se mezcla la tradición y la modernidad en un enclave geográfico estratégico: entre la Mezquita-Catedral y la Plaza de la Tendillas.