- Y claro que me acuerdo, de cada minuto que pasé junto a él, pero como las olas hacen con las huellas en la orilla, el tiempo pasó entre nosotros y el viento fue deshaciendo los recuerdos a su merced. Al igual que las mareas suben y bajan, yo tenía mis días mejores y días peores; y quise decir nunca, pero sé que nunca volvería a serme franca.
Es lo que pasa cuando quieres a alguien. Intentas aferrar los recuerdos, como quien los ata con una cuerda para que no se vayan, pero llega un día en que los recuerdos aprenden a nadar. Y nadan. Y se van. Y sabes que se hacen viejos y sólo te queda dejarlos ir.
"¡Que hagan su vida!" grité un día. Y lo hicieron. Unos días venían, y yo los miraba feliz, y los días que no venían no los echaba de menos. Porque como dicen, el roce hace el cariño, y el mismo roce me hacían ellos que el viento en mi cara: suave me pintaban una sonrisa.
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