Margit Frenk sobre los lectores del siglo de oro español

Publicado el 27 enero 2020 por Ispamaga @is_ma_ga

Margit Frenk realiza un panorama de la lectura durante el Siglo de oro español, que transcurrió más o menos entre los siglos XVI y XVII, llegando a su decadencia -debido a la misma decadencia política de España- en el siglo XVIII. Esta era una época que nació junto con el Renacimiento; es decir, apenas la Edad Media estaba llegando a su fin y las formas de relación comenzaban a cambiar. La literatura, por ejemplo, estaba tomando otro rumbo a partir de la invención de la imprenta y su respectiva difusión. Los hábitos de lectura estaban cambiando, aunque algunos luchaban y resistían, como es el caso de la lectura en voz alta.

Es en el siglo XV, ya terminando el Medioevo, que se pasa de una lectura oral a una lectura ocular: el órgano relacionado con la lectura ya no era la boca junto con el oído, sino que era el ojo. La lectura silenciosa cambia por completo la recepción del texto literario, la manera en la que se entiende e interpreta la literatura ya no es la misma. Sin embargo, durante el Siglo de oro español aún podía hablarse de una tradición de lectores-oyentes. Frenk explica que, en este momento de la historia, las obras llegaban al vulgo a través de las lecturas en voz alta, de textos enteros aprendidos de memoria. Esta forma de lectura permitía precisamente que sea el vulgo quien se apropie del texto, aunque estos pudiesen ser considerados difíciles de entender; este público, generalmente juzgado como ignorante, era el lector-oidor de la época, eran ellos quienes recitaban de memoria textos enteros porque esta suponía su experiencia de lectura. Aunque es necesario aclarar que esta lectura no era propia de esta clase social ni debe relacionársela a un público inculto, sino que más bien se trata de una experiencia de lectura colectiva.

Hay que tener muy en cuenta cuán reciente era la invención de la imprenta y percatarse de que su rápido auge no pudo haber desterrado de la noche a la mañana los ancestrales hábitos de "consumo " de la literatura [...] Antes del siglo XV los textos eran leídos en voz alta, recitados de memoria, salmodiados o cantados; su público era un público de oyentes, un "auditorio". Los manuscritos servían para fijar los textos y apoyar la lectura en voz alta, la memorización, el canto.[1]

La lectura estaba tan relacionada con la voz que incluso la lectura solitaria se hacía en voz alta. Es decir, incluso los textos que no se recitaban de memoria eran leídos de tal manera que la boca y el oído fuesen los medios principales, mientras que el manuscrito servía únicamente como soporte. Así, oír es casi lo mismo que leer y hablar es escribir. Escuchar y leer eran actos que ocurrían en simultaneidad.

Un ejemplo particularmente interesante en torno a la lectura en voz alta es el de las novelas de caballería, que generalmente eran muy extensas. Estas también parecían haber sido concebidas para recitarse de memoria o, como mínimo, leerse en voz alta. Como el Quijote, de Cervantes, que es una novela inmensa con capítulos pequeños, como si hubiesen nacido para ser leídos y oídos al mismo tiempo. Lo interesante aquí es que la premisa del Quijote es que hay un hombre que está enloqueciendo por leer novelas de caballería, novelas que se leían en voz alta, lo que quizás dé una idea sobre la llegada de la lectura silenciosa, pues parece que mientras más se leía en silencio, más se asociaba la lectura en voz alta con la locura. Tal vez Alonso Quijano no sea más que un lector-oidor intentando sobrevivir en un mundo que cambió el hábito de la lectura de manera radical.

La lectura silenciosa, que antes parecía un proceso absolutamente esquizofrénico, era la que ahora se abría paso para quedarse para siempre. Por el contrario, sería la lectura en voz alta la que empezaría a suponer la posibilidad de locura. El oído y la boca se desligaron de la lectura, el ojo llegó para devorarlo todo, y esos lectores-oidores del Siglo de oro español callarían su voz y atrofiarían su memoria para concebir a la lectura como el proceso solitario, casi egoísta, que es hoy en día.

[1] Frenk, Margit. "Lectores y oidores. La difusión oral de la literatura en el Siglo de Oro" en Actas del séptimo congreso internacional de hispanistas, p. 103.