Hace unos días, a propósito de Sed de champán, de Montero Glez, hablaba de que su párrafo inicial era difícil de superar. Eso me ha llevado a recordar otros arranques que me parecen muy buenos. Como este de El amante, de Marguerite Duras:
Un día, ya entrada en años, en el vestíbulo de un edificio público, un hombre se me acercó. Se dio a conocer y me dijo: "La conozco desde siempre. Todo el mundo dice que de joven era usted hermosa, me he acercado para decirle que en mi opinión la considero más hermosa ahora que en su juventud, su rostro de muchacha me gustaba mucho menos que el de ahora, devastado".