Por muy ‘simple’ que la historia pueda parecer, ha sido un fenómeno mediático: el primer día de proyección, 1 de abril de 2012, tuvo una audiencia de 7,1 millones de espectadores (25,2% de share), mientras que el segundo día, 2 de abril, alcanzó los 8,3 millones de televidentes (29,50% de share).
La serie, producida por Lux Vide, no es un fenómeno aislado. Por las mismas fechas, el tradicional vía crucis del Viernes Santo con el Papa, transmitido desde el Coliseo de Roma, se puso a la cabeza de audiencia frente a otros programas transmitidos en el mismo horario: 4,1 millones de telespectadores, con una cuota de 16,9 %.
Pero Italia no es el único país donde sucede este fenómeno. México, país célebre por la producción y mundialización de las telenovelas, cuenta con dos series televisivas centradas en la vida de santos o en la de la Virgen de Guadalupe. Es el caso de ‘La Rosa de Guadalupe’, producida por Televisa, o ‘A cada quien su santo’, de Televisión Azteca, ambas con una audiencia elevada y constante por ya varios años.
Aunque no es exhaustivo, este boom de lo católico pone de manifiesto que hay un público dispuesto a ver este tipo de contenidos y que además lo buscan y son fieles a él. Todos estos programas carecen de escenas sexuales, de vocabulario soez, etc., y aún así atraen.
Habría que pensar por qué en tantas cadenas lo edificante, lo positivo y lo que eleva al hombre no es reflejado, fomentado o transmitido. Audiencia hay, pero no siempre se le da lo que verdaderamente pide.