María Emilia Cornejo. La muchacha olvidada de Pueblo Libre

Publicado el 11 mayo 2019 por Apgrafic
Ilustración por Sheila Alvarado | © Paracaídas Editores

Escondida e ignorada por décadas, el nombre de María Emilia Cornejo se empolvaba en un par de publicaciones heroicas que reposaban en las catacumbas de alguna universidad desconocida. Su nombre apenas figuraba en fichas bibliográficas y sus poemas se coleccionaban en oscuras antologías y publicaciones olvidadas. Sin suerte, la poeta asitió puntualmente a la fría soledad que yace en el fondo del mar donde habita la memoria. 

Sin embargo, el último y más completo acto de fe es el que nos trae Paracaídas Editores: Soy la muchacha mala de la historia. Poemas de María Emilia Cornejo (2019). Este no es cualquier libro, son dos libros. El primero es un ensayo, pero por momentos parece que asistimos a los acontecimientos de una novela policial. Acompañamos a Pedro Casusol en un extraordinario recorrido por la vida de la poeta que, a la vez, es un estudio crítico literario y la biografía de una obra que incluye la búsqueda y hallazgo de textos originales que se creían perdidos; a ratos, pareciera una historia sacada de Los Detectives Salvajes (1998) de Bolaño, pero con una poeta limeña real con más vida en la piel que la mayoría de poetas contemporáneos suyos. El ensayo es un portento de exégesis.

El segundo libro es la compilación de lo que se dispone y lo que se ha arrancado al olvido de lo escrito por la misma autora. Incluye poemas inéditos transcritos de un manuscrito recién hallado llamado Cuaderno de francés, escrito a lapicero durante los últimos meses de su vida, así como cuatro prosas inéditas y hasta una ficha biográfica rellenado para un taller de poesía por la misma poeta. Los dos libros contenidos en este breve volumen ofrecen algo semejante a un viaje e invitan a quedarse con un pedazo de Maria Emilia dentro de cada quien. 

Para bien o para mal de María Emilia Cornejo, la destacada edición está dando mucho de qué hablar. Para bien porque por fin se habla de ella, del goce que produce su poesía; para mal porque se habla en parte desde una controversia que se arrastra hace cuarenta años; para mal también porque se habla de una biografía sangrienta que hace peligrar con desbarrancar, por su sensacionalismo, a los nuevos lectores de una experiencia poética pura, que es la que ofrece con solo pasar los ojos por sus versos y saber que la aparición de este libro le hace justicia, aunque tarde para una autora a la altura de Alejandra Pizarnik. Y no exagero.

Leerla es recorrer a cien por hora sus escasas 146 páginas de papel avena y volver a recorrer el camino una y otra vez, y lamentar qué corto es el camino, qué corta fue su vida. Casi todos los poemas aquí compilados son excelentes, faltan palabras para describir lo que es este libro. Es María Emilia abriéndose a tajo limpio los sentimientos, una operación a corazón abierto. Es atrevida para la época (primeros años de los setenta), su erotismo es tierno, a veces de un romanticismo culposo, condenado desde el principio y que no deja de darse aunque sepa que le pagarán con un plato de lentejas.

En su época, otro poeta que murió a destiempo, Isaac Rupay, dijo de ella: "Pocas mujeres escriben poesía: el camino es duro, las satisfacciones pocas o nulas. Si eligen la poesía, eligen la aniquilación". No se equivocó. Ella misma confirma esto en su ficha biográfica cuando escribe que poesía es creación, pero también liberación, suicidio, muerte, vida, alegría, pena… Todo esto está presente en sus poemas. Por otro lado, existe un compromiso social de María Emilia, que militaba en una asociación de Estudiantes Católicos, cuando escribe mi pueblo no es / un mapa de veinticuatro colores (…) gente dividida en colores, / mendigos y explotadores. Quizá fue ese espíritu misionero que la llevó a dejar su cómoda vida en Pueblo Libre para irse vivir a Caja de Agua, en San Juan de Lurigancho, un cambio radical que se refleja en su poesía.

Cuesta creer que apenas sea mencionada por los poetas de su generación. ¿Dónde estaban Pimentel y Verástegui, y todos los niños grandes de Hora Zero? Vivir en la misma ciudad y pasarla inadvertida es imperdonable. En esa época, ser poeta era prácticamente como vivir en la misma cuadra. Señores de Hora Zero: coged vuestros premios y arrojadlos para que aniden las aves del campo en ellos. Esta mujer propone otra época para los amantes de la poesía. Casusol acierta cuando sentencia tímidamente que ella se presenta como una alternativa a Blanca Varela. Y es precisamente importante la aparición de este libro en el contexto del sexagésimo aniversario de la publicación de Ese puerto existe (1959). La poesía peruana se renueva aunque sea en diferido.

Las mujeres detrás de María Emilia
Ha sido un largo camino para su rehabilitación, en buena parte pavimentado por nombres de mujeres que desde el auge de la poesía femenina, en la década de 1980, se han esforzado por traérnosla de vuelta. En 1981, Nérida Adrianzén, en la Revista Raíces Eddicas, realiza un rescate literario de cinco poemas de María Emilia que pasaron a formar parte del cuerpo En la mitad del camino recorrido. En 1989, el Centro Flora Tristán, publica este poemario, un proyecto editado, entre otras, por Diana Miloslavich y prologado por la directora del Centro, Mariella Sala. Algunos de los poemas, los únicos conocidos durante mucho tiempo, fueron rescatados también gracias a la intermediación de Esther Castañeda, quien desde temprano mostro interés por la obra de María Emilia.

En la década del 2000 volvió haber un interés hacia la muchacha de Pueblo Libre. Esta vez por parte de la revista cultural Intermezzo Tropical, dirigida por Victoria Guerrero, a través de un especial sobre la poesía del 70 en que se dedicó una entrevista a 6 poetas peruanos sobre la poeta. También, en la misma revista, se publicó una teoría filológica de Susana Reisz en un artículo que reivindica su obra: ¿Quién habla en el poema cuando escribe un mujer... y dos hombres l@ 'construyen'? Por otro lado, y por fin, en el año 2015 en la Casa de la Literatura Peruana, se reveló una versión de sus manuscritos originales, los únicos que han sobrevivido, gracias a otra mujer, Charo Arroyo, quien hizo entrega de los mismos a la familia de la poeta y que ahora se publican en esta edición.

Como se ve, María Emilia ha sido objeto de una larga lucha de reivindicación, como pocos poetas en el Perú lo han sido. Ahora sabemos que ella nunca estuvo sola.