Aquellos malotes entraron destrangis hacia las 8 de la mañana. Era una flota del copón, casi 140 barcos, y los trece mil hombres a bordo ni por asomo se parecían a esos guiris de crucero, pinpines a pensión completa. Siendo unos kíes borrachuzas de mala muerte, buscaban bulla y darnos el palo. Teníamos atorados en el puerto algunos barcos de la Invencible, esa armada ful de Estambul, y les pillábamos de pinga porque iban para Lisboa a colocar de rey al pagafantas candidato llamado Prior de Crato.
Capitaneaba a los ghichos, el kiocho de Francis Drake pero debía ser un Juan Batallas, ya que no se movió de su kel en el puesto de mando mientras enviaba al julai de John Norris como comandante de las fuerzas de desembarco.
Nuestra defensa la llevaba el marquesito de Cerralbo, que ha quedado muy bien en los papeles, pero que dejó a su suerte a los vecinos de la Pescadería, los currelas del puerto y la pesca, mientras se atrincheró tras las murallas donde vivía la hidalguía y los milicos. Así la purrela dejaba atrás todo lo que tenía y ayudaba a mantener la defensa arriba, carretando piedras y llevando manduca a la peña noble. A cambio, lo perdieron todo, mallaron en ellos y les choraron hasta la camisa. Es el caso de Inés de Ben que tenía un chiringo abajo y cholló de lo lindo llevando jalufa y cerellando en las murallas. La chorva se jugó el pellejo dando caña a los chuzas británicos, pero después de recibir dos tiros que le furaron el gepeto y una penca, se quedó sin nada, nel del panel. Pasada la película, a la Corte de Felipe-dos y Felipe-tres lo suyo se la sudó mucho y ella, sin ayuda ni guita, acabó pidiendo por las calles.
Otro caso es en la que estáis pensado, canallas. La heroína María que no se llamaba María o al menos hay dudas al respecto. Las fuentes hablan de que María era Mayor pero no porque fuera milico, así le pusieron en la pila: Mayor Fernández Da Cámara Pita. Otra tipa de armas tomar, pero con mejor grelo que la pobre Inés. Mujer rica, mujer pobre. Por lo que sabemos, María era una tipa brava a la que le molaban los carniceros aunque estos le duraron menos que el costillar de una vaca en la tienda. Por aquella, estando viuda de uno se casó con otro, el tal Gregorio de Racamonde, un pavo duro de pelar que luchó hasta dejar el último bafo cuando los hijos de la Gran Patraña hicieron una brecha en las murallas y le dieron un mollao por donde lo pierdes todo. Lo de la brecha fue duro, pero lo de su chaveo le llegó al alma y María se pilló un rebote de mil demonios cogió la lanza del inglés, el hijo con rango de algún capitoste, y se la clavó de través. ¡Mima, la que se armó! Soltó aquello de "Quén teña honra que me siga" y la peña se puso muy kíe y les montaron una buena marimba a los ingleses que salieron por patas hasta la próxima embestida.
Viendo la cosa liada, los tommys se conformarón con hacer el hooligan en los barrios bajos, ponerse como suelen preas de alcohol y llevarse todo lo llevable, más por honrilla que por otra cosa. Al final se piraron, dejando mil y pico muertos además de unos cuatro o cinco barcos hundidos en la bahía. En venganza, Drake que era un tipo muy chungo y resentido, saqueó las tierras gallegas del sur, llegó a Lisboa donde volvieron a zumbarle porque andaba un pelín rilao y no quiso arriesgarse, para acabar su aventura desastrosa en las Azores. Isa, la Reina Virgen aunque hay sospechas, se la pió por jiñarla tanto y degradó al pirata/almirante sin dejarle salir de rachí hasta 6 años después, donde jumeando con los españoles perdió su aclamada vida de canfurneiro.
María no achantaba. No achantaba ni con la carne que vendía, ni con los guiris invasores, ni con las julandradas burocráticas de la Corte de los Madriles. Por eso siguió pleiteando, consiguió rango y pensión de alférez y un negocio de exportación de mulas desde Portugal. Tuvo dos moromos más, el cuarto le duró un rato y oficialmente murió en 1543, pero desde hace unos años ha decidido subirse a un estatua y quedarse de piedra.