Así, al borde de las diez de la noche, el potente llanto de la morenita recién nacida anunció que ya se incorporaba al mundo y a la familia.
Con pocos días de existencia, María Rosa ya escuchó todo el ruido de la pirotecnia, adobado con las músicas festivas de la falla plantada frente a nuestro domicilio.
No está de más proclamar que había nacido una fallera, como así lo fue más adelante cuando en su adolescencia ya vistió con orgullo las galas del traje festivo valenciano y honró la fiesta, participando en los actos falleros y deleitándonos a todos los de su familia y amigos con su donaire de mujer valenciana.
Los años han ido pasando y su esencia natal ha venido perviviendo hasta ser hoy no solamente una ejemplar y desvivida hermana mayor e hija consagrada y ejemplar, sino una acreditada profesional de la enseñanza especializada en la ayuda mediante la logopedia.
Y ahora, cuando sus abuelos ya se fueron a la “falla grande” de “Allí Arriba”, y tan solamente su padre (con su buen puñado de años) puede gozarse de su compañía y existencia, es más que justo que se proclame a los cuatro vientos, en medio del bullicio y
Probablemente la vida no ha dado todo el premio que merece a esta hija querida, pero no me sustraigo de cantar sus excelencias y a coronarla con mi amor de padre.
¡Gracias, querida María Rosa, por habernos regalado tu esencia y existencia!
¡Que nos Dios siga premiando tu vida, y que sea larga y fructífera!
Recibe el beso emocionado de tu padre,
“El amor es el regocijo por la sola existencia del otro”
Jorge Bucay (1949-?) Escritor y psicoterapeuta argentino.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA