► “Inés, grande y alta y con los mismos ojos transparentes de los trece años. Ana sin maquillaje, casi sin arrugas. Las dos llevaban vaqueros, las dos iban con camisa y chaqueta. Tenían más de cincuenta años, igual que yo. Yuyo, en cambio, no ha venido.” (pos. 487) )
► “Un mundo de gente guapa, muy natural, muy poco impostado. Nada que ver con el mundo formal y pretencioso de los ricos españoles.”(pos. 894)
La calificación que le otorgaría en una escala de 5 estaría entre el 3 y el 4, vamos, que si pudiera le daría un 3'5. Un 3 se me queda algo corto dada su escritura que en algunos momentos se eleva poéticamente; por lo mismo pero en sentido opuesto el 4 me parece excesivo dado que esos arrebatos literarios por elevación no son muy duraderos y el relato en general en ocasiones se zambulle un poquito en la banalidad de la novela puramente romántica. Sí, el 3y 1/2 es la nota justa (ja, ja...)
La novela es la historia de una mujer que tras constatar la infidelidad de su marido, que ya sospechaba, decide darse un tiempo alejada de él. Este tiempo, no más de una semana, lo empleará en visitar a dos amigas uruguayas de su niñez, Inés y Ana, atendiendo así su reiterada invitación de que las visitase en Montevideo donde viven y ella vivió hasta los 13 años. La oportunidad parece que ni pintada. Ella siempre sintió la inquietud y el deseo de saber por qué Pablo, su padre, de la noche a la mañana, tras la muerte de Lucía, su esposa, decidió abandonar Montevideo. ¿Qué pasó durante los cinco años montevideanos que la familia vivió allá? ¿Cómo murió Lucía, su madre? ¿Por qué esa salida fulgurante de Uruguay? Estos son los vacíos que la narradora desea llenar.
El personaje narrador no sabemos cómo se llama. Hay una muy grande posibilidad de que esta anonimia se deba a que tras el omnipresente 'yo' que cuenta esté la propia escritora. Estaríamos, -si esto es así, y yo pienso que por los datos biográficos de María Tena lo es- ante una novela memorialista enclavada en el género de la autoficción. Es ésta una variedad autobiográfica que no exige verdad absoluta y que permite cierta ficcionalización. Digo esto, que yo me creo a medias, por no desdecir a la propia escritora que en muchas de las presentaciones de la novela publicada en diciembre de 2018 al ser preguntada por la fidelidad del relato [no quiero aquí aclarar sucesos importantes para no desvelar la trama] siempre dijo -incluso ya en una de las citas iniciales de la novela: "A mis padres que nunca dejaron de quererse."- que el parecido con la realidad vivida en el seno de su familia era del todo inexistente. Sí, puede ser, pero a mi memoria acude veloz el aforismo latino de 'excusatio non petita, accusatio manifesta', ¿no? La coincidencia biográfica entre 'ella' y la autora es desde luego enorme así que...
El asunto es la búsqueda que la narradora emprende de su madre 40 años después de su muerte, algo, naturalmente, imposible. Gracias a Inés y Ana, fieles amigas de sus trece años en sólo siete días hablará con muchas personas, la mayoría viudas de parejas íntimas de la de sus padres: con Claudia, madre de su amiga Inés; con Isabel, la viuda de Luis, pareja muy amiga de sus padres; con Ulla, la nórdica cuya belleza hacía estragos en el grupo de amigos de los padres; con Rita Pereña... Pero sobre todo, y llenando la segunda parte de la novela, hablará con Yuyo, hermano de Ana e hijo de Teo. Ella estuvo desde niña completamente enamorada de este chico dos años mayor que pasaba mucho tiempo en la casa montevideana de Barrio Carrasco (zona adinerada situada a 15 kmts del centro de la capital) al ser amigo de su hermano Tomás.
Hablando con Yuyo descubre que la diferencia de vida cuarenta y cinco años atrás entre Uruguay y España era brutal. Mientras que aquí el nacionalcatolicismo lo invadía todo, en Uruguay, en la burguesía culturizada e intelectual en la que vino a integrarse la pareja Pablo-Lucía la liberalidad en las relaciones estaba admitida: "todos lo hacían, todos tenían a alguien. Rita salía con Luis, Teo con Rosa, una secretaria de la fábrica, Fede era amante de una mujer alemana que había conocido en Pocitos. Claudia estaba enamorada de tu padre."
La relatora, con las informaciones fragmentarias que va recogiendo de unos y de otros, atará cabos e irá conociendo así o al menos intuyendo las vicisitudes personales vividas por su madre y por el resto de amigos de la pareja. Al tiempo que este conocimiento le quita un gran peso emocional de encima descubrirá no pocas semejanzas entre ella y su propia madre. Es, pues, una novela de descubrimiento personal, podríamos decir si es que tal denominación es pertinente -pido perdón a los teóricos por la herejía- que estamos ante un thriller sentimental. Me gusta el sintagma, creo que puede ser oportuno. Hay cierta emoción, cierto suspense en ese proceso de descubrimiento de la verdad.
En líneas generales a mí "Nada que no sepas" me parece una novela desigual. Temáticamente de las dos partes que la constituyen, la primera, aquella en que la narradora busca a la madre, es mucho más interesante y mejor construida que la segunda en la que se desarrolla una historia romántica plausible pero poco probable que no voy a detallar aquí. Con todo hay elementos reseñables en ambas; yo destacaría fundamentalmente tres:
CULTURALISMO: Muchas referencias culturales hay, tanto a escritores como a otros artistas. A Mario Vargas Llosa en ese diminutivo "Varguitas" (pos. 1616); seguramente al escritor suizo Robert Walser en ‘Para aprovechar el papel yo escribía muy chiquito. Como Walser’ (pos. 1834); al arquitecto y pintor Oscar Niemeyer: ‘Los dibujos de mujeres tumbadas de Niemeyer.’ (pos. 1931); a muchos escritores como Thornton Wilder, Durrell o Huxley: “Las novelas de ella, Los idus de marzo, El cuarteto de Alejandría, Ciego en Gaza” (pos. 931); y a muchos otros más: “Algunos estaban repetidos, no le importaba comprarlos una y otra vez: Simenon, Evelyn Waugh, Aldous Huxley, Thornton Wilder.” (pos. 944), “durante el día siempre llevaba en el bolso algún libro de poesía. Machado, Lorca, César Vallejo, Salinas, Ridruejo, Juan Ramón, santa Teresa...” (pos. 947); etc.
Para mí que un libro hable de otros libros u otros autores cuenta siempre a su favor. Aquí hay muchas menciones y eso es algo que me encanta.
LENGUAJE POÉTICO: En la calificación de notable alto que doy a la novela pesa mucho a su favor el lenguaje poético que en ocasiones María Tena emplea:
“Vivir en una playa. Ir a las fiestas después de haberse duchado, pero todavía con el calor del sol en la piel, ese rojo suave, la carne brillante de las cremas, y ese olor a perfume francés. Aquellas melenas sueltas, el refinamiento de un descuido que solo era aparente, esos teñidos tan naturales, aquellos pelos dorados por el sol. Oro también sobre los escotes, los brazos, sobre las muñecas y los dedos, los trajes de punto siempre con la tensión justa para ser a la vez elegantes y seductores.” (pos. 881)
La autora
Hija de un diplomático español, María Tena (Madrid, 1953) recibió su primera educación en Montevideo y en Dublín. En 1975 se licenció en Filosofía y Letras en la Universidad Complutense de Madrid con una tesis dedicada a “Las Revistas Poéticas en España de 1900 a 1936”. Desde entonces, se desempeñó en múltiples cargos públicos y ministeriales vinculados a la cultura, y publicó su primera novela, "Tenemos que vernos", en 2003. A ella le siguieron "Todavía tú", 2007, "La fragilidad de las panteras", 2010, y "El novio chino", 2016. "Nada que no sepas" publicada en 2018 se alzó con el XIV Premio Tusquets Editores de Novela. El jurado estaba compuesto, según consta al inicio de la novela, por escritores tan prestigiosos como Almudena Grandes, Antonio Orejudo, Eva Cosculluela y Mariano Quirós, ganador del Premio en la edición anterior.