María es millennial. Este podría ser un brevísimo resumen de la película María (y los demás), debut en el largometraje de Nely Reguera. María no tiene pareja y asiste impotente a bodas y embarazos de sus amigos; María tiene un trabajo que no le llena; María quiere ser escritora, pero no escribe; María cocina platos impronunciables con seitán; María tiene un padre y unos hermanos que no la entienden y que se burlan constantemente de ella. María tiene treinta años y observa como el mundo avanza y ella no.
La María que interpreta Bárbara Lennie recuerda, y mucho, a la Frances Ha que interpretó Greta Gerwing, sólo que María corre por las calles de una ciudad gallega en lugar de por la Gran Manzana de Nueva York. También recuerda a otros iconos millennials tan presentes en la televisión actual, como los personajes de Girls, Fleabag o Please, like me.
Que ya hayamos visto a este prototipo de personaje no quita mérito al debut de Reguera, que pudo verse en la sección de Nuevos Directores del pasado Festival de San Sebastián. Las estupendas interpretaciones tanto de Lennie como de los actores secundarios hacen que entendamos perfectamente a sus personajes, consiguiendo convertir una simple comida familiar una experiencia dolorosa llena de reproches contenidos. A diferencia de otros personajes treintañeros en crisis, María no se presenta al principio como una persona egoísta. Encargada durante dos años de cuidar a su padre enfermo, parece mucho más madura que sus hermanos o amigos, para posteriormente mostrarnos que ese cuidado obsesivo ha sido un refugio en el que guarecerse de su propia vida.
También destaca la reflexión sobre la creación artística y las obras autobiográficas, de la que deducimos que la directora ha puesto mucho de sí misma en esta película. Y es que al final todos escribimos sobre lo que conocemos y todos los que rondamos los treinta somos, en menor o menor medida, María.