Paola Drigo
La protagonista solo tiene una esperanza: el regreso de un chico, campesino como ella, que se marchó a Argentina en busca de oportunidades y le prometió volver. La relación entre ambos, como todo en la montaña, estuvo marcada por el silencio. Paola Drigo es una narradora precisa y sutil, que mediante una tercera persona centrada en Mariutine deja que el lector deduzca las palabras que nunca se han pronunciado, los sentimientos que nunca se han expresado (el desasosiego, la angustia, las dudas). Desde el realismo, los hechos se observan como un espectador; el lector se convierte en testigo sin entrar en la mente de los personajes. Es un trabajo de contención impecable, mostrar sin contar de forma explícita, con una gran pulcritud. La novela crece a medida que Mariutine, sin prisa pero sin pausa, toma decisiones para salir de esta jaula. El texto, muy ameno, está salpicado del dialecto de la zona en los diálogos y los apodos, que por momentos puede sonar un tanto anticuado. En suma, Maria Zef puede leerse como una fábula rural sobre una huérfana que lucha por salir adelante en las peores circunstancias. Eso sí, una fábula tremendamente cruel, puesto que su gracia está en cuestionar los valores establecidos.Imágenes de la película basada en la obra (Maria Zef, 1981), dirigida por Vittorio Cottafavi.