Mariano Bes: Risas, niños, niñas y hospital

Publicado el 08 enero 2016 por Alfonso65 @AlfonRoldan

La enfermedad no entiende de edades ni de fiestas. Parece que en fechas como las navidades que acaban de terminar, la solidaridad y los sentimientos están más a flor de piel y nos acordamos de quienes están en situaciones complicadas. Pero hay personas que están al pie del cañón durante todo el año repartiendo alegrías y sonrisas entre esos niños y esas niñas que se han topado con la enfermedad y se encuentran hospitalizados. Cosas de las casualidades y el destino me llevaron al madrileño Hospital Infantil del Niño Jesús, allí pude echar un rato con Mariano Bes, payaso y celador, que se encarga de que 365 días al año (en 2016, 366 días) el dolor, la soledad, la tristeza de los más pequeños y sus familiares se tomen un respiro. Cada día, a las seis de la tarde, en el hospital, el espectáculo continúa…
El 2 de mayo de 1978 Mariano Bes tenía 18 años y se incorporaba a la plantilla del famoso Hospital Infantil como jardinero.  Poco a poco, al salir del trabajo en el turno de mañana, por las tardes, acudía como voluntario para alegrar esas interminables tardes hospitalarias de los peques enfermos. Finalmente Mariano se hizo celador y, cuando las hermanas de la Caridad se jubilaron, se hizo cargo del voluntariado. La coordinación del voluntariado pasó de una hermana de la caridad a un celador de CCOO.
Recuerda Mariano que el Hospital del Niño Jesús tiene una gran tradición de voluntariado porque desde su fundación en 1877 también era asilo. “Muchos niños podían estar ingresados  hasta 18 años consecutivos por enfermedades como la polio. Eran ingresos larguísimos de niños que, en muchos casos, estaban solos;  bien porque no tenían familia, bien porque no podían acompañarlos permanentemente. Algún caso de estos, todavía conocí”, rememora.
A Mariano Bes le conoce todo el mundo en el hospital. Allí derrocha actividad, simpatía, sonrisas allá por donde va. Es como Patch Adams, el doctor sonrisas que pudimos ver en el cine protagonizado por Robin Williams, pero en celador. El gran secreto a voces es que Mariano es payaso profesional, una profunda vocación que comenzó a aprender muy joven a través del Club de Payasos.
Cada día hay alguna actividad, cuando no visitas. De hecho, tras esta charla previa a la particular y hospitalaria Cabalgata de Reyes Magos, llegará el equipo de rugbi con sus regalos y sus historias deportivas. A la hora de realizar la programación, Mariano se quita importancia, “no tengo problema por la propia tradición del hospital y porque cuento con mucho apoyo. Además –asegura- la ley del Voluntariado de 1992 ayudó mucho, porque  concertamos directamente con organizaciones de voluntarios que son quienes aportan a esas personas tan importantes”.
Las actividades que se desarrollan son multitud: manualidades, carrito de lectura, ciberaula, ajedrez, cine, teatro… “también hay voluntarios que acompañan a niños que están solos por determinadas circunstancias (orfandad, padres encarcelados…), pero esta circunstancia actualmente no es muy habitual”, explica nuestro clown. Claro, también están las actuaciones en las habitaciones cuando el pequeño enfermo no puede moverse.
A mí me parece muy complicado actuar ante un público tan especial, en ese espacio tan pequeño y tan…, particular. Claro, la cosa no es tan sencilla: “Existe un protocolo”, aclara Mariano. “Los voluntarios de las ONG tienen que superar un curso de formación de la Escuela de Voluntariado con el visto bueno de la Comunidad de Madrid; después tiene que tener el visto bueno del hospital y además se les realiza una entrevista personalizada”. Y es que es un trabajo que puede ser muy duro. De hecho existe un servicio psicológico de apoyo a los voluntarios.

Con Mariano, entregando guisantes curiosos para leer.

Lo que está claro es que si el niño no quiere actividad, no se hace actividad. A veces, el niño sólo quiere despedirse tranquilamente de sus familiares en esos momentos de injusticia natural en que los hijos se van antes que los padres.
Con todo, Mariano Bes tiene muy claro que “la risa no cura pero ayuda y humaniza un entorno como el hospital. Y es muy emocionante ver a niños reírse junto a sus familiares en el interior del teatro o en la habitación. Y es muy emocionante ver llorar a esos padres y esas madres después de la actuación”, explica. Y recuerda cómo los médicos de antaño, cuando había menos medios técnicos, reconocían que “nos querían más por el cariño que dábamos que por los medios técnicos”.
A Mariano le buscan por aquí y por allá y nos despedimos, no sin antes entregarle 19 ejemplares del libro, El guisante curioso editado por Agalir Ediciones Solidarias, en colaboración con la Asociación  Sentimientos de Cristal. Esos libros se han donado gracias a las aportaciones realizadas con la venta de mis 50 besos.Clandestinos. Escritos a mano.
Aquí dejo una escena de Patch Adams que bien podría protagonizar Mariano...